Cada vez que llega la temporada de anchoas, mi madre tiene que buscarlas y comprarlas. Por muy ocupada que esté, se sienta a prepararlas, marinándolas con esmero, seleccionando meticulosamente cada ramita de eneldo para cocinar una olla de anchoas que, a menudo, bromeo diciendo que es la mejor del mundo .

La receta para cocinar anchoas no es difícil. Mi madre suele empezar limpiando el pescado con sal y vinagre, marinando el pescado con chalotes, ajo, chile, salsa de pescado, sazonador en polvo y un poco de azúcar. Sofríe los chalotes en aceite, añade los tomates cortados en gajos y remueve hasta que estén blandos. Luego, añade agua y lleva a ebullición a fuego alto. El último paso es añadir el tamarindo y el pescado, y sazonar al gusto. Espera a que hierva el agua, luego reduce el fuego; después de unos 4 minutos, el pescado estará cocido. Retira del fuego y añade cebollino y eneldo.

El pescado anchoa solía ser un plato de "familias pobres", pero ahora es adorado por mucha gente.

La receta es sencilla, pero requiere que el cocinero preste atención meticulosa a cada paso y mantenga el calor en el momento justo. El pescado, de cuerpo blando, es frágil y se deshace como el agua si se deja demasiado tiempo.

La sopa de pescado tiene colores preciosos: el blanco puro del pescado, el rojo de los tomates, el verde del eneldo y las cebolletas. Es ideal para comer en cualquier clima. Ya sea frío o calor, lluvioso o soleado, un tazón de sopa de pescado humeante sigue siendo tan atractivo como siempre.

Toma un pequeño sorbo de la sopa agridulce, siente cómo el pescado, fragante y suave, se derrite en tu boca, saborea la mirada radiante de tu madre mirándote felizmente como acompañamiento; esta sensación es realmente maravillosa. A esta forma de comer la llamo mi ritual de disfrutar del pescado de mi madre.

Mamá decía que la sopa de pescado era un plato para pobres, pero yo la consideraba un manjar. Cuando traían la sopa de pescado a la bandeja en medio de la casa, cada rincón, en la cocina, en el porche, se llenaba de una fragancia especial: el aroma de la felicidad familiar, el aroma de mamá, el aroma del amor cálido y familiar.

Ahora que el pescado se ha convertido en una especialidad, atrayendo incluso a los gourmets más exigentes, se elabora de maneras muy diferentes, más sofisticadas y ricas. Para mí, la sopa agridulce de pescado de mi madre sigue siendo la más pura. A veces, la rusticidad es el alma más singular de este plato rústico.

La vida ha cambiado mucho ahora. He aprendido a hacer pizza y pasta para mis hijos, pero la sopa de pescado cocinada al gusto de mi madre sigue siendo para mí el mejor plato del mundo. Y seguiré manteniendo mi forma correcta de comer (lo llamo mi propio ritual alimenticio), como una forma de disfrutar del amor de mi madre.

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