Pero en medio de esa oscuridad, encontró otra fuente de luz: su inquebrantable determinación y fe.
A los 30 años, Bui Nhat Anh Thanh (de Ciudad Ho Chi Minh) cayó en la más profunda desesperación cuando el glaucoma le arrebató la vista. Pero en lugar de rendirse, decidió levantarse y, a tientas, se abrió camino en la oscuridad para forjar su propio destino.
Apoyo familiar
A los 18 años, cuando muchos jóvenes abren la puerta al futuro, Thanh se enfrentó a una profunda oscuridad. Desde niño, su vista era débil. Los médicos le diagnosticaron glaucoma, una enfermedad conocida como «el ladrón silencioso de la vista». Para cuando cursaba el último año de secundaria, su visión era aún tenue. «Una vez, el profesor me pidió que leyera la lección, pero no podía ver las palabras. Quería hablar, pero tenía la garganta cerrada», recordó.

Bui Nhat Anh Thanh (segundo por la izquierda) es un orador entusiasta en numerosos eventos para jóvenes. (Foto proporcionada por el personaje)
Ese año, Thanh tuvo que usar una lupa para leer las preguntas del examen. Se esforzó al máximo, pero tras solo el primer semestre en la Universidad Thu Dau Mot (ingeniería electrónica), se vio obligado a abandonar los estudios porque perdió la vista. En ese momento, todo se derrumbó. No podía salir, no podía conducir, ni siquiera podía valerme por mí mismo. Sentía que me estaba desprendiendo poco a poco de este mundo , como si ya no perteneciera a él —recordó Thanh.

El Sr. Thanh (portada izquierda) participa con entusiasmo en actividades sociales, aportando muchas cosas prácticas a la comunidad.
En los primeros días tras perder la vista, Thanh permaneció casi siempre en casa, escuchando la radio y limitando su contacto con el mundo exterior. Cada día que pasaba, cada comida era como un deber obligatorio, ni más ni menos. En ese momento, su familia se convirtió en su único apoyo. Sus padres siempre estuvieron ahí para animarlo y cuidarlo, a pesar de todas las dificultades. Sin embargo, ese mismo cuidado lo inquietaba, temiendo convertirse en una carga para sus seres queridos.
Dos años después, al darse cuenta de que los pensamientos negativos lo frenaban, Thanh pidió permiso a sus padres para salir y empezar de nuevo. Acudió a la Asociación para Ciegos de la Provincia de Binh Duong (antes Binh Duong) para aprender braille y habilidades básicas para la vida diaria y así ser independiente. Gracias a la recomendación de amigos, ingresó en el Refugio Thien An (antes Distrito de Tan Phu, Ciudad Ho Chi Minh), donde se enseña a las personas con discapacidad visual a usar teléfonos inteligentes y computadoras. Allí comenzó a aprender a interactuar con el mundo y, poco a poco, fue ganando confianza en sí mismo.
Difunde energía positiva
En 2016, Thanh decidió estudiar japonés en la Universidad de Educación de Ciudad Ho Chi Minh. Sin libros de texto en braille, tuvo que estudiar por su cuenta escuchando audios, buscando información en internet y pidiendo a sus amigos que le leyeran. «Hubo momentos en que me sentía triste porque nadie se ofrecía a ayudarme. Pero luego me di cuenta de que no sabían que necesitaba apoyo. Así que tomé la iniciativa de pedir ayuda y agradecí mucho lo que recibí», compartió Thanh. Aunque reprobó algunas materias en su segundo año, Thanh no se rindió. Poco a poco, Thanh alcanzó el nivel N2 de japonés, a solo un nivel del nivel más alto. En 2021, después de cinco años de arduo trabajo, se graduó de la universidad.

El señor Thanh impresiona a todos con su calma y su naturaleza emotiva.
Sin embargo, la vida de Thanh sigue llena de dificultades. Ha enviado más de 30 solicitudes de empleo, desde traducción hasta enseñanza de japonés, pero todas han sido rechazadas. Thanh comprende que, con su visión limitada, su productividad difícilmente se compara con la de las personas sin discapacidad visual.
Sin desanimarse, Thanh abrió un curso de japonés en línea. Al principio, impartía las clases gratis, pero poco a poco los alumnos empezaron a acudir a él al ver su pasión.
Después de más de dos años, la clase de Thanh se ha vuelto cada vez más conocida y goza de la confianza de mucha gente. Hay estudiantes que antes se sentían desanimados y perdidos, pero al entrar en clase, recuperaron la motivación y la alegría. Para él, la mayor felicidad es ver a otros encontrar de nuevo una alegría significativa. Enseñar también le ayuda a ser más consciente de su propio valor.
Además, Thanh es miembro veterano del Club Sin Distancia (Universidad de Educación de Ciudad Ho Chi Minh), un espacio que conecta a estudiantes con discapacidad con la comunidad. Mensualmente, el club organiza actividades o viajes de voluntariado para que los miembros se reúnan y compartan. Thanh también participa en el Club Girasol, donde reparte comidas y organiza actividades benéficas periódicas en festividades importantes como el Tet y el Festival del Medio Otoño para personas desfavorecidas.
La mayor lección que Thanh aprendió fue a aceptar. "Acepta que tienes defectos, acepta que habrá momentos en que serás rechazado, acepta que eres diferente. Pero solo cuando aceptas, puedes cambiar y crecer como persona", compartió.
Tras haber superado la desesperación, Thanh se ha convertido en una fuente de inspiración para quienes se encuentran en un estado de incertidumbre. Su luz ya no reside en sus ojos, sino que irradia desde su corazón, un corazón que se atreve a soñar, a actuar y que desea contribuir a la sociedad.
Fuente: https://nld.com.vn/dam-uoc-mo-dam-hanh-dong-196251101202905086.htm






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