La escasez de vivienda asequible está sumiendo al mercado inmobiliario español en una espiral descendente sin precedentes. Decenas de miles de ocupantes ilegales y grupos de personas sin hogar están dejando a los propietarios en la estacada. En este contexto, ha surgido una nueva industria: el desalojo de ocupantes ilegales. Este controvertido negocio refleja el lado oscuro de la crisis de la vivienda en España, donde tanto propietarios como inquilinos se ven atrapados bajo una presión financiera cada vez mayor.
Angela Mendoza y su equipo generan tensión cada vez que aparecen en el vecindario. Su trabajo consiste en desalojar a inquilinos ilegales o morosos cuando los propietarios no tienen poder para hacerlo. Para los inquilinos en apuros económicos, el temor a ser desalojados es constante. Están decididos a quedarse, pero los propietarios no pueden permitírselo.
Los datos muestran que la ocupación ilegal de viviendas está en aumento, con 16.000 casos registrados solo en 2024. Al mismo tiempo, el sistema judicial se encuentra al límite de su capacidad; tan solo en Andalucía hay un retraso de casi un millón de casos, lo que hace que obtener una orden de desahucio pueda tardar años. Ante esta situación, han proliferado empresas de desahucio como la de Angela.
Angela describe su trabajo como más psicológico y colaborativo que intimidatorio. En una intervención, un inquilino llevaba tres meses sin pagar el alquiler. Angela y su equipo se acercaron con cautela y finalmente lograron convencer al hombre de firmar un compromiso para desalojar la propiedad en tres semanas. Fue un caso de éxito: la propiedad fue devuelta al propietario sin problemas.
“El trabajo es en gran medida psicológico y de colaboración social, pero en el peor de los casos, las confrontaciones son inevitables”, dijo Angela Mendoza, proveedora de servicios privados de desalojo.
A solo dos calles de allí, una pareja de ancianos lloraba de alivio. Les habían embargado el piso de alquiler y se veían obligados a pagar las facturas mensuales de luz y agua. Dijeron que se les habían agotado todas las opciones antes de acudir a Angela.
Pero servicios como estos no siempre son populares. María está a punto de perder su casa. Siempre ha pagado el alquiler puntualmente, pero su antiguo edificio está a punto de ser demolido para construir un nuevo rascacielos, y las nuevas viviendas son demasiado caras. Tiene pánico de quedarse en la calle.
José Juan Martínez, responsable de una iniciativa comunitaria en Zaidín, afirmó que la crisis es consecuencia directa de la afluencia de turistas . Desde 2021, el número de apartamentos turísticos alquilados se ha duplicado. Según él, los residentes locales están siendo desplazados de los barrios tradicionales de clase trabajadora, ya que los propietarios priorizan las ganancias a corto plazo.
El Sr. José Juan Martínez, representante de la zona residencial de Zaidín, comentó: “La situación de la vivienda está empeorando cada vez más, y la principal razón radica en la escasez de viviendas económicas y asequibles. Desde hace 15 años, la construcción de nuevas viviendas se ha estancado casi por completo”.
En este contexto, se está llevando a cabo un importante proyecto en las afueras de Málaga, donde se están construyendo más de 7.000 viviendas sociales para aumentar la oferta. Sin embargo, el largo proceso de aprobación implica que estos proyectos pueden tardar más de 10 años en completarse. Este ciclo procesal sigue reduciendo la oferta de vivienda, lo que ejerce aún más presión sobre el mercado del alquiler.
Fuente: https://vtv.vn/khung-hoang-nha-o-tai-tay-ban-nha-10025111323245437.htm






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