
Durante los primeros años de mi estancia en Saigón, me encontré con muchas situaciones curiosas debido al acento. Mucha gente no estaba acostumbrada y tuvo que preguntarme varias veces. Me di cuenta de que el acento local a veces puede ser una barrera en la comunicación, especialmente en entornos que requieren estandarización, como los medios de comunicación, la enseñanza o el trabajo con personas de diferentes regiones.
No practico hablar con acento estándar porque me dé vergüenza, sino porque quiero que me entiendan mejor. Al fin y al cabo, el lenguaje es una herramienta de comunicación. Cuando otros tienen que intentar adivinar el significado, el mensaje se pierde un poco. Por lo tanto, es necesario adaptar la voz para que sea fácil de escuchar, clara y neutral, mostrando respeto por el interlocutor y las exigencias profesionales.
Sin embargo, existe una delgada línea entre la estandarización y la pérdida de uno mismo. La voz es el alma de la memoria, el sonido de la tierra natal, lo que define a cada persona. Perder la voz a veces significa perder parte de las propias raíces.
Para mí, la voz puede ser flexible, pero no debería cambiar por completo. En el aula, hablo con acento sureño estándar para que profesores y amigos me entiendan fácilmente. Cuando me invitan a presentar un programa o a dar un discurso, opto por pronunciar las palabras con claridad y moderación, con un acento regional moderado. Pero cuando regreso a mi ciudad natal, sentada con mi madre en el porche, escuchando el viento entre los bambúes, vuelvo con naturalidad a mi rústico acento de Quang Nam. Con solo decir "¿Qué tal?" o "¿Dónde has estado? ¡Qué soleado hace!", todos los años que he pasado fuera de casa desaparecen de repente. El acento de mi ciudad natal es el puente que me conecta con el pasado, el hilo que me impide perder mi identidad.
Hay quien dice que un acento estándar es más civilizado. Creo que ningún acento es más civilizado que otro. Un acento estándar simplemente es más cómodo para comunicarse. Un acento local auténtico y apropiado también tiene su propio encanto. Como el cálido acento Nghe An al contar historias sobre el campo, el suave acento Hue como el viento y la luna en las canciones, o el dulce acento sureño que hace sentir cercano a todo aquel que lo escucha.
La voz no es solo un sonido, sino también una emoción, un ritmo cultural. Cuando escuchamos a alguien hablar con el acento de nuestra ciudad natal, sentimos confianza y calidez. Recuerdo una vez, cuando fui al hospital a visitar a un familiar, y al oír a la enfermera hablar con acento quang, me sentí de repente cerca, como si estuviera conociendo a mi familia. Como en medio de una calle llena de gente, al oír a alguien decir "no, rang, mo", mi corazón se ablandó de repente, como si hubiera regresado a mi lugar de nacimiento.
Mantener un acento local no significa ser conservador. Al contrario, es una forma de "orgullo lingüístico". Quienes hablan con un acento estándar no son necesariamente mejores, al igual que quienes mantienen un acento local no son necesariamente menos civilizados. Lo importante es saber cuándo usar cada acento, tanto para respetar al oyente como para mantener la propia identidad.
Fuente: https://baodanang.vn/giu-giong-que-minh-3313955.html










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