Lluvia artificial: sueño y realidad

Simulación del proceso de producción de lluvia artificial.

El principio de la lluvia artificial: sueño y realidad

Ya a finales de la década de 1940, científicos estadounidenses y soviéticos realizaron los primeros experimentos sobre el impacto de las nubes. Esperaban que algún día, los humanos solo necesitarían "pulsar un botón por la mañana para decidir si llovería o haría sol". Durante el último medio siglo, la investigación ha avanzado y muchos países han invertido miles de millones de dólares, pero, en definitiva, la lluvia artificial sigue siendo solo un resultado frágil, errático, impredecible y aún más difícil de replicar.

El principio básico de la lluvia artificial, ya sea en Rusia, Estados Unidos, China o Tailandia, es el mismo: aprovechar las masas atmosféricas naturales que transportan vapor de agua e intervenir sembrando núcleos de condensación o congelación en ellas, provocando que el vapor de agua de las nubes se condense en gotas más grandes y caiga. En teoría, esto parece factible. Pero en la práctica, innumerables factores como la temperatura, la humedad, la altitud, la velocidad del viento, la densidad del aire, la dirección del movimiento de las masas de aire, etc., pueden alterar este proceso. Si tan solo uno de estos parámetros no es adecuado, todo el esfuerzo resulta inútil.

China es famosa por su intensa actividad en la tecnología de lluvia artificial. Antes de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 y 2022, el país invirtió miles de millones de dólares en la construcción de sistemas de misiles y artillería antiaérea para sembrar sustancias químicas en las nubes. Sin embargo, su eficacia es solo local, a corto plazo y difícil de demostrar con datos científicos. Incluso los medios de comunicación chinos tuvieron que admitir: si la tecnología fuera realmente eficaz, ¿cómo podría el país seguir sufriendo una grave sequía en 2022, con el río Yangtsé y el lago Dongting secos, y decenas de millones de personas sin agua para su consumo diario?

En Estados Unidos, especialmente en California, los proyectos de siembra de nubes existen desde hace décadas. El Servicio Meteorológico Nacional (NOAA) estima que el aumento de las precipitaciones, si lo hubiera, sería de tan solo entre un 5 % y un 15 %, lo cual no es suficiente para resolver la prolongada sequía. Aún se producen numerosos incendios forestales, a pesar de las decenas de millones de dólares invertidos en esta tecnología.

Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han promovido intensamente la tecnología de generación de lluvia, incluso mediante drones que transmiten electricidad. Sin embargo, en realidad, muchas lluvias artificiales en los EAU solo han causado inundaciones localizadas y congestión del tráfico urbano, mientras que las condiciones de sequía prolongada persisten. Incluso la prensa local ha tenido que admitir que esta tecnología no puede reemplazar la gestión de los recursos hídricos ni las soluciones sostenibles.

India también ha implementado proyectos para combatir la sequía con lluvia artificial en el estado de Maharashtra. Sin embargo, un informe de evaluación posterior indicó que su efectividad fue muy baja, "insuficiente para ser considerada una solución política". Científicos indios recomendaron detener las grandes inversiones, priorizar la gestión de los recursos hídricos y desarrollar una agricultura que ahorre agua.

Estas evidencias demuestran que la producción de lluvia artificial no es una “varita mágica” para solucionar desastres naturales, sino que sólo trae resultados modestos, es inestable y difícil de comprobar con datos científicos.

Condiciones necesarias y suficientes para la lluvia artificial

De los hechos anteriores se desprende que la lluvia artificial no es simplemente una cuestión de lanzar cohetes o rociar productos químicos al aire, sino que requiere la convergencia simultánea de muchas condiciones estrictas.

En primer lugar, se requiere una gran masa de aire con abundante vapor de agua, con la temperatura, humedad, presión y convección adecuadas para la formación de nubes. Si el cielo está despejado o las nubes son demasiado tenues y carecen de humedad, cualquier intento de influir en ellas será inútil.

Además, la condición suficiente es que el sistema de siembra intervenga en el momento, lugar y densidad adecuados, para que las diminutas gotas de agua en las nubes puedan condensarse, crecer y superar la resistencia del aire, cayendo al suelo en forma de lluvia. Este es un proceso extremadamente frágil, fácilmente alterable por un pequeño cambio en la dirección del viento, la temperatura o la humedad.

Por lo tanto, muchos proyectos de investigación solo logran parte de las condiciones necesarias, es decir, nubes y humedad, pero no garantizan las condiciones suficientes para que llueva en el lugar deseado. Por lo tanto, el efecto práctico se limita a aumentar la probabilidad de lluvia, pero no puede convertir en realidad el sueño de "llamar al viento y convocar a la lluvia".

Vietnam: La investigación existe, pero aún no se puede aplicar

En Vietnam, los científicos llevan mucho tiempo persiguiendo el sueño de crear lluvia artificial. El proyecto de investigación del profesor asociado Vu Thanh Ca, en 2005, invitó a numerosos expertos destacados de Rusia y Estados Unidos para coordinar seminarios y encuestas. El equipo de investigación también viajó a Rusia, Tailandia y China para aprender de la experiencia. Sin embargo, hasta la fecha, tanto la teoría como la práctica han demostrado que esta tecnología no puede aplicarse a escala comercial.

Aún más preocupante, en una ocasión, una empresa presentó una propuesta sorprendente, como un proyecto de "llamada a la lluvia", con un anticipo de emergencia de 5 billones de VND para comprar equipos y productos químicos experimentales. En aquel momento , la Oficina del Gobierno tuvo que consultar con siete ministerios, pero no hubo pruebas que confirmaran que esta fuera la dirección correcta. En el contexto de las dificultades económicas del país, la elevada deuda pública y el presupuesto ajustado, gastar miles de millones de VND en una quimera es inaceptable.

Nadie niega el deseo humano de conquistar la naturaleza. Pero ese deseo debe ir acompañado de una sólida base científica, con resultados verificables y repetibles, y generar una verdadera eficiencia socioeconómica. Cualquier proyecto basado únicamente en promesas vagas y carente de evidencia científica es un desperdicio, e incluso perjudica la confianza social.

Incluso países avanzados y ricos como Estados Unidos, China, India o los Emiratos Árabes Unidos, tras décadas y miles de millones de dólares de inversión, aún sufren sequías, inundaciones e incendios forestales. Esto demuestra una verdad simple: los humanos no pueden controlar el clima. Invertir en "invocar el viento y convocar la lluvia" en estos momentos no es diferente a tirar el dinero de los contribuyentes al cielo.

Mientras tanto, tenemos muchas más cosas urgentes y prácticas en las que invertir: la gestión de los recursos hídricos, el desarrollo de infraestructura de drenaje de inundaciones, la transformación agrícola para adaptarse al cambio climático y la modernización del sistema hidrometeorológico para proporcionar alerta temprana ante desastres naturales. Este es el camino correcto, al alcance de la mano y con resultados sostenibles.

El desarrollo de la ciencia requiere honestidad, transparencia y verificación. La ciencia seria no es un truco de magia. La lluvia artificial, por muy atractiva que sea, es solo un sueño lejano. En lugar de perseguir la ilusión de "perseguir nubes y llamar a la lluvia", lo que Vietnam necesita ahora son soluciones para la gestión de recursos, la respuesta al cambio climático y el fomento de la confianza social mediante acciones prácticas.

Dr. To Van Truong, exdirector del Instituto de Planificación del Sur

Fuente: https://nhandan.vn/mua-nhan-tao-giac-mo-va-thuc-te-post905635.html