Ha llegado abril, un momento de calma que se desliza por el río del tiempo. La luz del sol, cálida y deslumbrante, cae de repente, sin que sepamos adónde llegará. La luz, tenue y difusa, se filtra por el callejón, extendiéndose y proyectando sombras sobre las hileras de árboles.
El sol de abril es el sol del comienzo del verano, extraño y familiar a la vez, antiguo y nuevo. Hay algo de pasión y éxtasis; el aire de la primavera recién pasada aún conserva un toque cálido y melancólico. La temperatura, como un termómetro natural, fluctúa repentinamente, provocando cierta sorpresa, pero no decepción, cuando el sol comienza a brillar. Llega abril y, en el espacio inundado de luz, la ciudad de Phan Thiet se cubre de los brillantes colores de las flores que adornan sus calles: desde el amarillo intenso de la flor de la suerte, el rojo y el rosa vibrante de las buganvillas, hasta el púrpura profundo de las lagerstroemias.
Abril es un mes soleado, y bajo los brillantes colores de las flores también se encuentran recuerdos inolvidables. Cada residente de Phan Thiet lleva consigo una emoción especial, alegría y orgullo por el día de la liberación de la ciudad (19 de abril de 1975). En los últimos 49 años, la joven ciudad de Phan Thiet ha ido cambiando día a día, con cambios evidentes en sus calles y esquinas. Abril, en particular, nos recuerda los cánticos triunfales de la victoria del 30 de abril de 1975, un momento histórico heroico. El país, unificado, en paz e independiente, puso fin a décadas de guerra y entró en una nueva era.
El sol de abril evoca recuerdos para muchas generaciones de estudiantes: el patio de la escuela se llena de flamboyanes, a punto de florecer con racimos de flores rojas, y los anuarios se tiñen de melancolía, con firmas garabateadas y emociones difíciles de definir. Y quizás abril sea el mes de la amistad, de los sentimientos y la nostalgia de los estudiantes que se gradúan al despedirse de sus profesores y amigos.
…Allá afuera, el sol sigue brillando con fuerza. En el abrasador clima de abril, nuestros pies aún deben seguir avanzando con paso firme por el camino de mil millas, esperando, con la esperanza de que mañana sea más bello y radiante como el sol de abril.
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