Tet y nostalgia

No sé cuántas fiestas del Tet he pasado lejos de mi ciudad natal, pero me da tristeza recordar los días previos al Tet en Phan Thiet: ¡qué alegres y bulliciosos eran!

Recordando las últimas clases del año, tanto profesores como alumnos estaban emocionados... Los cariñosos y cálidos deseos: - "Te deseo un feliz y cálido Tet con tu familia". "En nombre de mis compañeros, te deseo una primavera tranquila y feliz"...

Ahora, aquí, en la espléndida Ciudad Ho Chi Minh , la temporada del Tet es igual de bulliciosa, pero ¿por qué quien está lejos de casa siempre recuerda las festividades del Tet en su pueblo natal? Recordando las fiestas del Tet en Phan Thiet, comencé a caminar por la carretera a lo largo del río Ca Ty en busca de hermosas flores de albaricoque silvestre para llevar a casa y adornar la sala de estar como bienvenida al Año Nuevo. Después, fui con mi familia al mercado nocturno a comprar provisiones y comida para los primeros días del año. Recorrí las calles de Tran Hung Dao y Hung Vuong para comprar macetas con flores frescas y colocarlas en lugares predefinidos en el porche y las esquinas de las paredes. En especial, frente a la casa hay un albaricoquero que, con el frío de los días previos al Tet, ya ha acumulado hermosos capullos, preparándose para florecer y dar la bienvenida al Año Nuevo.

En los primeros días de la primavera, los estudiantes vienen a casa a desear un feliz año nuevo. Lo que más alegra a un profesor en esta época es cuando antiguos alumnos vienen de visita o simplemente llaman para preguntar cómo están y desearles un feliz año nuevo; el corazón se le llena de emoción. Siempre recordaré la imagen de las motos estacionadas afuera de la puerta, con cabezas asomándose. La casa vuelve a estar llena de vida. Como una bandada de ruiseñores, los estudiantes ríen y charlan sin parar sobre todo tipo de temas. ¡Qué bien! ¡Están a punto de crecer! Es una alegría verlos firmemente encaminados en su educación, estudiantes que están a punto de convertirse en profesores, ingenieros, periodistas... Han sido resilientes ante las adversidades de la vida para ganarse el sustento y estudiar. Ya sea en la bulliciosa Saigón o en la lejana, soleada y ventosa región central, los estudiantes vienen a visitar a sus profesores, y también es una oportunidad para reencontrarse con viejos amigos. Su figura, peinado, ropa y voces han cambiado un poco, pero su amistad y la relación profesor-alumno permanecen intactas como en los viejos tiempos.

El Tet de los maestros es muy sencillo y rústico. No hay banquetes fastuosos ni deseos grandilocuentes, solo corazones que se brindan amor, recuerdo y respeto... Ese es sin duda el regalo más preciado para los maestros que han estado en el estrado.

Tras más de diez años lejos de casa y de mis queridos alumnos, si bien en la era de la información podemos comunicarnos con mayor facilidad sin necesidad de reunirnos en persona, la distancia emocional entre nosotros también se va ampliando gradualmente. Aunque existen otras relaciones que influyen en la vida, ¡la gratitud entre profesores y alumnos permanece intacta! El profesor sigue siendo el «manzano del pueblo», siempre dispuesto a dar sombra y dulces frutos.

En primavera, además de la alegría y la emoción de dar la bienvenida al nuevo año, los profesores jubilados suelen dejar en sus corazones las "huellas del tiempo"; ¡sus almas tienen la oportunidad de regresar a los recuerdos y a la hermosa nostalgia del pasado!

La nostalgia por las fiestas del Tet en mi ciudad natal siempre está presente en mí...

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