Dalat es un lugar que atesora recuerdos para muchos saigoneses. El aliento de Dalat hace que la gente reduzca el ritmo, en parte por el frío, que les impide caminar rápido, en parte porque no se atreven a apresurarse por miedo a que, al olvidarse en la niebla, el bullicio se filtre de nuevo y haga que Dalat sea menos "Dalat". Dalat refresca las heridas aún rojas e hinchadas, poetiza cada copa, cada roca, cada ladera, como si las criaturas más comunes que habitan este lugar también cobraran alma. La gente se enamora fácilmente de Dalat con ternura, la ama de una manera que nadie más tiene, a veces hasta el punto de encapricharse simplemente por respirar el aire fresco y sanar los pulmones doloridos por el humo urbano.
Ir al mercado nocturno
No importa cuantas veces vayas a Da Lat, a la gente todavía le encanta ir al mercado nocturno solo para ver si todavía está allí o no, para admirar y disfrutar todo tipo de productos que solo tienen los lugares fríos: suéteres coloridos, sombreros y calcetines, todo tipo de comida hecha con productos locales, verduras y frutas frescas de Da Lat, pasteles y mermeladas que todos deben comprar como regalos después del viaje.

Relájate y disfruta de la meseta.
La sensación de frescor, incluso con el sol, permite percibir el clima de forma suave y armoniosa. Desde cualquier lugar de Da Lat, se puede respirar hondo y exhalar suavemente, sintiendo la extraña comodidad de las tierras altas. Da Lat también es un lugar de paisajes majestuosos. Los lagos que se extienden hasta donde alcanza la vista, las cordilleras cuyas cimas se ocultan tras las nubes, las colinas cubiertas de flores... todo evoca emociones en el espectador.

Come y bebe hasta que olvides el camino a casa.
En cada rincón hay comida, y al abrir los ojos, la comida se apodera de los turistas, quienes se dejan tentar por la comida, llenando sus estómagos sin importar la hora. Puestos de barbacoa llenos de humo, puestos de albóndigas con el crujido del pan en el pequeño mercado, puestos callejeros bajo los árboles con grupos de jóvenes esperando ansiosamente su turno para ser asados, viejos puestos de madera que venden estofado pero están constantemente llenos de gente entrando y saliendo, o simplemente sosteniendo un papel de arroz caliente a la parrilla y sentado en las escaleras bebiendo leche de soja, todo es delicioso.

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