De pie ante aquella escena, mi corazón se ablandó de repente como una hoja seca recién rozada por el rocío. De repente quise regresar, entrar en una casa familiar con un viejo fuego de cocina siempre encendido. Con el frío persistente, sentí un escozor en la nariz al recordar la pequeña casa enclavada bajo el viejo xoan. Al caer la tarde, el humo de la cocina del patio siempre se elevaba suavemente con el viento, serpenteando como un torrente de recuerdos.
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| Foto: KHANG NGUYEN |
Recuerdo con mucha claridad el sonido de la leña seca que mi madre encendía cada tarde de invierno. El crepitar del fuego, el sonido de mi madre soplando en la estufa, el penetrante olor a humo impregnando cada habitación de la casa. En ese rincón de la cocina, una olla de agua hervía suavemente, la pequeña tetera estaba inclinada, el calor que emitía empañaba las copas de mi padre cada vez que servía té. La cálida luz del fuego se reflejaba en los rostros de mis seres queridos, creando extrañamente suaves destellos de luz y oscuridad, como un cuadro de recuerdos que cambia de color cada año. Ay, ¿por qué siempre pensamos en la imagen de mi madre y mi padre en esa vieja casa en invierno?
En ese lugar, por muy frío que haga, el aliento humano sigue siendo cálido. Las manos de mi madre rozan las mías y se aprietan contra mis mejillas tras calentarlas en el fuego rojo de la estufa. Los pies de mi padre, del color del barro seco, descansan sobre la vara de bambú junto a la estufa, haciéndome sentir conmovida y reacia a apoyar la cabeza en ella. Las risas de todos junto al cálido fuego se mezclan con el viento crepitante del porche... Cada vez que vuelve el invierno, solo pensar en ese momento me reconforta el corazón como si estuviera frente al viejo fuego de la estufa, esté donde esté.
Esta tarde, caminando por el camino cubierto de una pálida niebla blanca, sentí que mi corazón se aceleraba de nuevo. Imaginé el humo de la cocina flotando suavemente en el aire frío y húmedo; oí en algún lugar el sonido de mi madre girándose para encender el fuego; o vi la luz parpadeante del fuego brillando a través de la rendija de la puerta. Todo me resultaba tan familiar que me palpitaba el corazón, deseando dejar atrás todo el ruido para volver a ese viejo tejado, donde el amor siempre ardía como el fuego de la cocina que nunca se apagaba.
El inicio del invierno nos recuerda que, en el ciclo infinito de la vida, aún hay un lugar que nos espera. Un lugar sencillo y rústico, pero que alberga todo el cálido amor que ningún invierno puede borrar.
DUONG MY ANH
Fuente: https://baokhanhhoa.vn/van-hoa/sang-tac/202512/chieu-chom-dong-8c55e52/











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