
El otoño de Hanoi, que se extiende por las calles sombreadas por antiguos árboles de dracontomelón como Phan Dinh Phung, Hoang Dieu o las pequeñas calles junto al antiguo lago Hoan Kiem, no solo se manifiesta con los brillantes colores de las hojas que resplandecen bajo la luz dorada del sol, sino también con el aroma de las flores de leche que flota en la suave brisa.

Cada fin de semana por la mañana, la calle Phan Dinh Phung parece más animada de lo habitual. Los antiguos árboles de dracontomelón que la flanquean, como viejos amigos de Hanói, invitan en silencio a conocidos y desconocidos a reunirse bajo su fresca sombra. Vienen aquí para capturar un instante del otoño hanoiano.

Los coloridos puestos de flores en las esquinas, iluminados por los girasoles amarillos que reflejan los primeros rayos del sol. El contraste entre el amarillo brillante de los girasoles, el púrpura de Salem y el blanco puro de las margaritas es como una sinfonía que suaviza las esquinas ásperas de las aceras, oscurecidas por el tiempo.

Las parejas jóvenes como los estudiantes Phuong Linh y Hai Anh no pueden perderse los momentos otoñales; en la mano de Phuong Linh hay una cámara de viaje y en la de Hai Anh un ramo de margaritas, y sus sonrisas parecen fundirse con el clima apacible de la estación más hermosa del año.

En otro espacio, a cualquier hora del día, grupos de personas de todas las edades corren a lo largo del lago del parque Thong Nhat, uno de los parques verdes más grandes de Hanoi.

El otoño de Hanói no solo se manifiesta en flores, hojas o viento, sino también en las cosas sencillas. Los pregones de los vendedores ambulantes, el aroma de los lotos tardíos en cada puesto, una taza de té caliente en una pequeña tienda con vistas al lago. Cada esquina, cada calle se vuelve familiar, dejando recuerdos incluso en la lejanía. La silla junto al lago Hoan Kiem es como un testigo silencioso que registra la historia interminable de aquellos cuya juventud quedó atrás.

El otoño es también la estación de los encuentros. En la acera, el grupo de amigos Minh Thu, Bao Tram y Tue Van reían y charlaban, compartiendo las fotos que acababan de tomar. Quizás sea ese encuentro y ese sencillo compartir lo que crea la esencia del otoño en Hanói: tranquilo, sin prisas, pero lleno de cariño.

En medio del ritmo frenético de la vida moderna, el otoño en Hanói conserva su encanto singular: antiguo y a la vez fresco, delicado y profundo. Por eso, cada vez que alguien pasea por sus callejuelas, entre hileras de árboles centenarios, el suave crujir de las hojas al caer basta para sentir paz. El otoño es la estación más hermosa de Hanói. No solo luce hermosa en las fotos, sino que también es la estación de los recuerdos, la nostalgia y el amor, esas cosas que siempre nos hacen desear volver.
Laodong.vn
Fuente: https://laodong.vn/du-lich/kham-pha/di-qua-mua-thu-ha-noi-1608837.html






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