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En el contexto del aumento de las tasas de divorcio (aproximadamente 60.000 casos al año en todo el país), enfatizar el papel de la mediación es una política humana destinada a la reconciliación familiar. Todos desean que los cimientos de la sociedad sean estables. Todos sienten tristeza al ver a los niños crecer sin padre ni madre. Pero ¿es "delegar" la felicidad a los jueces mediante cuotas la solución adecuada? "Todas las familias felices se parecen, pero las infelices son todas diferentes", escribió León Tolstói en el siglo XIX, y esto sigue siendo cierto hoy en día.
Nadie entiende el matrimonio mejor que los involucrados, y las rupturas no empiezan en los tribunales. El daño puede acumularse por la paciencia reprimida del esposo, el maltrato físico de la esposa o simplemente por las comidas en silencio.
Los tribunales, por su propia naturaleza, son lugares que confirman las terminaciones legales, no lugares que pueden reavivar los inicios emocionales. Los jueces son expertos legales que toman decisiones basadas en evidencia, no psicólogos ni terapeutas matrimoniales para sanar corazones fríos.
La esencia de la mediación reside en la participación voluntaria de las partes. Cuando la mediación se convierte en un objetivo cuantificable, el riesgo de consecuencias negativas es muy alto. Para lograrlo, los jueces pueden ejercer presión, tangible o intangible, sobre las partes para que logren un acuerdo.
En muchos casos, el divorcio es necesario para poner fin a la violencia doméstica, a un conflicto prolongado o para liberar a la mujer. Si se la obliga a mantener un matrimonio solo de nombre, la seguridad y la felicidad genuina de ambas partes pueden verse amenazadas.
Impulsados por la presión para mejorar las cifras reportadas, los matrimonios que han perdido su vitalidad podrían recuperarse. Por lo tanto, en lugar de establecer cuotas para los tribunales, debería haber un cambio fundamental. Para los legisladores, se podría establecer un mecanismo que exija o fomente la mediación profesional antes de procesar los casos de divorcio, pero esta debería ser realizada por centros de asesoramiento familiar, al margen del proceso judicial. Para el gobierno, se podría exigir educación prematrimonial antes del registro del matrimonio, y quizás se podrían requerir certificaciones adicionales de "salud mental" antes de contraer matrimonio.
La propuesta de establecer objetivos específicos para la tasa de éxito de la mediación en casos de divorcio se basa en buenas intenciones y valores humanísticos. Sin embargo, la felicidad familiar no puede ser simplemente un número en el informe de resultados de nadie. Solo cuando ambos miembros de la pareja se esfuerzan por construir una familia duradera se puede reducir la tasa de divorcios en la sociedad.
Fuente: https://baothainguyen.vn/xa-hoi/202512/dung-giao-chi-tieu-hoa-giai-e93012d/







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