El problema surgió cuando me asignaron como líder de grupo para presentar un ensayo. Me esforcé mucho, pero no recibí la cooperación del grupo. La presentación que dirigí no salió bien. Cuando el profesor me dio retroalimentación para ayudar a mi grupo a completarla, ya sea intencional o involuntariamente, comentó que mi forma de pensar y mis métodos eran muy inferiores a los de mi hermano, lo que me dificultaba el ingreso a una escuela especializada. Me esforcé mucho, pero no me reconocieron, y al final, me compararon. Algunos compañeros también dependían del profesor para burlarse de mí, lo que me lastimó. Opté por una actitud muy negativa: guardar silencio y aislarme.
En la etapa de formación de la personalidad, los niños suelen verse influenciados por los adultos. En el ámbito escolar, los profesores son considerados "dioses" de los niños. Cada palabra de los profesores influye en los alumnos. Sus comentarios pueden ser un estímulo oportuno, pero a veces pueden generar una psicología negativa en los niños. Mi familia tuvo que dedicar mucho esfuerzo a la terapia psicológica para recuperar el equilibrio y fortalecer la psicología de mi hijo.
La disciplina en las escuelas es fundamental para que los alumnos no se pasen de la raya. Sin embargo, al implementar medidas disciplinarias, debemos siempre defender la "virtud", exigiendo a los docentes no solo enseñar conocimientos, sino también tolerancia, generosidad y saber cómo inspirar y nutrir el alma de los niños. Los niños necesitan palabras de aliento y motivación, junto con críticas apropiadas y oportunas. No soy el único que espera que estas cosas positivas se vuelvan cada vez más comunes en el ámbito educativo .
Pero en los últimos días, la opinión pública se ha vuelto más crítica, como lo demuestra la historia de un director de secundaria en Dak Lak que le dijo a uno de sus estudiantes de 12.º grado: «Aunque te presentes al examen, no aprobarás». Y recientemente, durante el examen de ingreso a 10.º grado, un supervisor a cargo del examen en Nghe An le dijo a un candidato: «¿Para qué estudiar tanto? Tendrás que trabajar por contrato o convertirte en obrero de una fábrica». ¡Qué palabras tan reprensibles!
Aunque sea cierto, no se permite decir cosas que lastimen el alma de los niños. Estudiar y presentar exámenes son derechos de los estudiantes; debemos respetarlos y fomentarlos. Tales palabras hirientes, por muy justificadas que estén, son inaceptables y deben corregirse.
Felicidad
Fuente: https://baothanhhoa.vn/dung-lam-ton-thuong-con-tre-251311.htm
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