La alegría de enseñar

En septiembre de 2025, recibió la notificación de jubilación según la normativa. A la fecha de su jubilación, llevaba 33 años dedicada a la docencia. Aunque ya no es joven, conserva la misma pasión por su profesión que al principio. No solo es una buena profesora, sino también una hermana, una segunda madre para sus alumnos, siempre escuchándolos, compartiendo con ellos y animándolos a superar las dificultades tanto en los estudios como en la vida. Confiesa que, si tuviera otra oportunidad para elegir una carrera, volvería a elegir la docencia, porque es la profesión que le brinda alegría y felicidad.

Debido a la creencia de que “las chicas no necesitan estudiar mucho”, sus padres no querían que continuara sus estudios después de terminar la secundaria. En la pobre campiña de hace casi 40 años, era común que las chicas abandonaran la escuela prematuramente para ayudar a mantener a sus familias y luego se casaran. Sin embargo, en el corazón de aquella joven, desde sus días escolares se había encendido la llama del amor por la enseñanza. Soñaba con algún día estar en el estrado, enseñando e inspirando a los estudiantes como los maestros que la habían guiado.

Superando los prejuicios y la oposición familiar, estaba decidida a aprobar el examen de ingreso a la Escuela Normal Superior local. Los años de estudio en las aulas fueron una época difícil, con carencias materiales y falta de apoyo familiar, pero también un camino para forjar su carácter y cultivar su vocación. Tras graduarse, fue asignada a impartir clases de Literatura en una escuela secundaria rural. Con su amor por la docencia, siempre fue persistente y dedicada a transmitir conocimientos, ayudando a muchas generaciones de estudiantes a amar la palabra escrita, a sentir la belleza del lenguaje y de la vida, y a convertirse en personas útiles para la sociedad.

Tras más de 30 años en las aulas, conserva la misma pasión por su profesión que al principio. No solo es una buena profesora, sino también una hermana, una segunda madre para sus alumnos, siempre atenta, compartiendo sus conocimientos y animándolos a superar las dificultades tanto en los estudios como en la vida. Muchas generaciones de sus alumnos han crecido con ella, algunos incluso se han convertido en sus compañeros, lo que la llena de orgullo por su trabajo.

Ahora, con el pelo canoso, cada vez que recuerda el pasado, se siente satisfecha. La docencia le ha brindado alegría y felicidad: la de sembrar conocimiento, ver crecer a sus alumnos y contribuir, aunque sea mínimamente, a la noble causa de la educación. Su historia, marcada por la superación de prejuicios para alcanzar su sueño, es un vivo testimonio de la determinación, la fe y el amor por la profesión docente que caracterizan a los maestros de hoy.

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Fuente: https://baodongnai.com.vn/van-hoa/chao-nhe-yeu-thuong/202511/niem-vui-nghe-giao-1fc106a/