Para la gente de mar como yo, los caracoles saltarines no solo son un plato delicioso y antojadizo, sino también un paraíso de recuerdos. De niño, los caracoles saltarines hervidos con salsa de jengibre eran un regalo "de lujo" que los padres solo les daban a sus hijos en las ocasiones más especiales.
Había muchísimos caracoles saltarines en aquella época. Un kilo de caracoles saltarines equivalía a solo unos 30. Cada caracol era regordete y largo, aproximadamente del largo de un dedo. Hervidos o al vapor, se extraía la carne, se mojaba en salsa de pescado y jengibre y se masticaban lentamente, disfrutando de su dulzura especial. Era una sensación inolvidable. Después de comer, la gente guardaba las conchas de los caracoles y muchos las usaban para cubrir el jardín en caso de lluvia y viento, evitando que se ensuciara y resbalara.
La razón por la que el caracol saltarín tiene una carne deliciosa se debe a que este tipo de caracol posee una característica muy diferente a la de muchos otros. El caracol saltarín vive en el cálido fondo marino y no se arrastra como los caracoles normales, sino que salta para desplazarse. Debido a esta característica, la carne y los músculos del caracol saltarín son muy firmes.
Los caracoles saltarines se pueden preparar en muchos platos, como salteados con mantequilla, al vapor con limoncillo, salteados con limoncillo y chile, a la parrilla con pimienta... Sin embargo, en mi opinión, los caracoles saltarines saben mejor a la parrilla. Sujete el caracol y colóquelo sobre brasas; cuando el aroma de la carne se extienda, simplemente tómelo y disfrútelo.
Otra característica de los caracoles saltarines es que al cocinarse, especialmente a la parrilla, su carne desprende un aroma suave y muy característico. Por lo tanto, si se marinan con otras especias, al disfrutarlos solo se percibe su sabor, pero no su aroma.
Sosteniendo un caracol saltador caliente recién sacado de la parrilla. Al extraer su gruesa carne blanca como el marfil, el aroma del caracol cocido es abrumador. Sumerja esta carne en la salsa agridulce de pescado... Cuanto más mastica, más su dulce sabor incita al comensal a tomar rápidamente el caracol, recién asado a la perfección.
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