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Charla con octubre

Việt NamViệt Nam05/10/2023


Octubre. Contamos el tiempo en meses, pero aun así vuela, y en un abrir y cerrar de ojos, el año casi se acaba. La vida, que parecía tan larga, resulta ser solo un instante. Aquellos días en que corría despreocupada bajo la lluvia con mis amigos, ahora los recuerdo con nostalgia.

Las palabras «octubre» resonaban en mi cabeza, pero me traían consigo un sinfín de pensamientos. Al repasar el año pasado, me daba cuenta de que no había logrado nada, y de repente, el año se acabó. Año tras año, estación tras estación. El tiempo no espera a nadie. Por eso, a menudo miramos al pasado, con arrepentimiento, con nostalgia. Pero nadie puede resistirse a la ley del tiempo; queramos o no, los días siguen pasando, y aunque quisiéramos volver atrás, no podemos. Algunos dicen que hay que olvidar el pasado, por muy hermoso que haya sido, y vivir el presente y el futuro. Si no quieres arrepentirte del futuro al mirar al pasado, entonces vive bien hoy. Dios es muy justo; todos tenemos 24 horas al día para trabajar, amar, disfrutar… sin importar si somos ricos o pobres, jóvenes o viejos, hombres o mujeres.

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Octubre. Escuchando el trinar de los pájaros en el jardín, anunciando un nuevo día, mi corazón dio un vuelco; un nuevo día había comenzado. No podía detener el tiempo. Todo en este mundo gira en torno al día y la noche. Hay cosas en esta vida que no se pueden cambiar; tengo que cambiar yo para adaptarme. Adaptarme o perecer. Si quiero superarme, tengo que afrontar desafíos. Si quiero triunfar, tengo que experimentar el fracaso. Vencer mi propio miedo es la única manera de abrir la puerta al éxito. En ese camino, tengo que estar solo. Nadie puede ayudarme más que yo mismo. Mi peor enemigo soy yo. Mi mayor miedo soy yo. Mi mayor fuerza también reside en mí. Yo mismo decido cómo se desarrollará mi vida, si triunfaré o fracasaré.

Octubre. Ya presiento el frío oculto en la bruma matutina, en el viento nocturno. Me despierto en mitad de la noche, con las extremidades entumecidas, recordando de repente que es finales de otoño y que ya no hace calor. Este año el tiempo es caprichoso; octubre ya está aquí y aún quedan días largos y lluviosos. El cielo está envuelto en un manto marrón, dormido perezosamente y negándose a despertar. No hay sol, ni un rayo de sol; el aire es triste y gélido. Siento mucha pena por las mujeres y madres que venden cestas; aunque llueva de vez en cuando, tienen que sentarse pacientemente a esperar a los clientes. Sin vender sus productos, ¿cómo van a sobrevivir? En los días de lluvia, la ciudad se llena de prisas. Todo el mundo corre a casa; rara vez alguien se detiene a comprar un manojo de verduras para la cena. Los rostros tristes en la calle me persiguen. Las arrugas están profundamente marcadas en la frente. La triste figura sentada con las rodillas flexionadas...

Octubre. Un ao dai blanco ondeaba en el cielo azul despejado. Dos amigas charlaban y reían de algo muy alegre. De repente, los días de escuela me vinieron a la mente. La vieja escuela, los viejos profesores, los amigos entrañables… ¿Dónde están ahora? Los días de estudio para los exámenes. Las noches en vela, con los ojos entrecerrados, intentando estudiar. Las páginas del anuario, con la huella de alas de mariposa de brillantes flores rojas de fénix… ¿Dónde están ahora? Solo recuerdos. Solo un sinfín de arrepentimientos.

Quizás la vida estudiantil sea la etapa más hermosa de nuestras vidas. Un tiempo despreocupado antes de que nos agobie la responsabilidad de ganarnos la vida. Un tiempo lleno de sueños, aunque sean descabellados e irreales. Un tiempo en el que empezamos a extrañar a alguien, y el corazón nos da un vuelco cada vez que vemos su silueta a lo lejos. Un tiempo en el que empezamos a escribir diarios, anotando secretos que no sabemos cómo contarle a nadie. ¡Ay, esa época apasionante! La recordamos siempre y jamás la olvidaremos.

Octubre. La luna llena se yergue en el cielo nocturno, desconcertada. Ya estamos en pleno otoño, pero la luna sigue tan grande y redonda. Esta noche no llueve; la luna brillante se acerca al porche a pasear. El laurel florece en secreto, su dulce fragancia inunda el aire. Sobre las hojas del jardín, la luna brilla con fuerza, otorgándole un aspecto misterioso y a la vez sumamente atractivo que despierta la curiosidad y la fascinación.

Contemplando la luna. Contemplando el jardín nocturno y silencioso. Rememorando mi vida. Sorprendida, después de tantos meses y años, la luna sigue siendo mi amiga más fiel. Cuando estoy triste, aún me visita, escucha mi corazón, acaricia mi tristeza, se desliza entre mi cabello, sobre mis hombros para consolarme. La luna está lejos, pero muy cerca. La persona está cerca, pero muy lejos. La luna está lejos, pero comprende mi corazón. La persona cercana jamás podrá escuchar mi corazón por completo. Las lágrimas caen y se funden con la suave y brillante luna, formando un líquido reluciente como el jade. Tanto la alegría como la tristeza son igualmente hermosas. La tristeza nos ayuda a madurar. Aceptemos tanto la tristeza como la alegría en la vida. Aceptemos tanto el dolor como la felicidad. Crecemos día a día. Envejecemos día a día. Solo la luna permanece eternamente joven, siempre atenta al mundo de los asuntos humanos...

Octubre, por favor, detente. No quiero que llegue el Tet todavía, no quiero cumplir un año más. El otoño aún es muy suave, el clima otoñal aún es muy templado, muy fresco. El sol otoñal aún es frágil, la luna otoñal aún es muy grande y redonda. Octubre, oh octubre, ¡por favor, detente!


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