Thomas Frank está ayudando a los Spurs a cambiar la situación. |
En el panorama futbolístico actual, donde muchos entrenadores están atrapados en dogmas tácticos y ven los cambios de formación como una señal de debilidad, Thomas Frank ha emergido como un soplo de aire fresco. Tras tres partidos al frente del Tottenham, ha demostrado que la versatilidad no es una señal de debilidad, sino una fortaleza para un entrenador moderno.
Un entrenador flexible
En menos de dos semanas, el Tottenham de Frank ha tenido tres esquemas tácticos diferentes. En la Supercopa de Europa, jugó con un 3-5-2, cediendo el partido al Paris Saint-Germain y esperando momentos de gol en balones largos y jugadas a balón parado.
Contra el Burnley, Frank adoptó un 4-3-3, aprovechando su superioridad en la posesión para contener a los rivales. El momento álgido llegó en el Etihad, cuando los Spurs vencieron al Manchester City presionando agresivamente y aprovechando el espacio tras su alta línea defensiva. El resultado: tres partidos, dos victorias contundentes, un empate emocionante y, lo más destacado: no encajar ningún gol en la Premier League.
No se trata solo de números. Refleja la naturaleza de un entrenador que valora la realidad y no se ata a un solo sistema.
Frank entiende que el fútbol no es un juego de simulación donde las formaciones están preprogramadas. En 90 minutos, siempre hay factores inesperados: lesiones, estado de forma individual, las fortalezas específicas del oponente. Y la labor del entrenador no es apegarse a una "idea", sino encontrar la solución para ganar.
Thomas Frank mostró una gran flexibilidad en el uso de diagramas tácticos. |
Esta filosofía no es nueva. A lo largo de la historia, muchos entrenadores legendarios han triunfado gracias a su capacidad de adaptación: Sir Alex Ferguson cambiaba constantemente de formación para adaptarse a su plantilla; Carlo Ancelotti pudo ganar la Champions League con un 4-4-2 en rombo en Milán y luego usar el 4-3-3 en el Real Madrid. Sin embargo, entre la ola de jóvenes entrenadores que promueven la "filosofía inmutable" como una declaración de poder, Frank se ha convertido en una rara excepción.
Si comparamos eso con Rubén Amorim en el Manchester United, el contraste es aún más marcado. Amorim, talentoso y carismático, opta por la rigidez absoluta. Cree que abandonar el 3-4-2-1 haría que sus jugadores perdieran la confianza.
Pero en realidad, es este conservadurismo el que mantiene al MU estancado. Sin jugadores centrales creativos, Amorim aún obliga al equipo a operar según el modelo de dos "diez" detrás del delantero. El resultado: los "Diablos Rojos" juegan torpemente, carecen de estrategias ofensivas y obtienen malos resultados tras pocas jornadas.
En los Spurs, mientras tanto, se respira confianza. Los jugadores saben que tienen un plan de juego para cada partido, diseñado para maximizar sus fortalezas y minimizar sus debilidades. Eso es lo que genera confianza colectiva: la confianza de que el entrenador les dará la oportunidad de ganar siendo flexible.
La identidad de Thomas Frank
Cabe destacar que Frank no perdió su identidad para adaptarse. El Tottenham, bajo su mando, no jugó de forma negativa. Se atrevieron a presionar, fueron proactivos cuando fue necesario y explotaron la velocidad y la técnica de los atacantes.
El entrenador Thomas Frank no es nada rígido, lo que es muy diferente de Ruben Amorim. |
La diferencia radica en que Frank sabe cuándo retrasarse, cuándo avanzar, cuándo jugar balones largos y cuándo controlar el ritmo. Este es el arte de la gestión del juego, algo cada vez más raro en el mundo del fútbol moderno, obsesionado con la "filosofía".
La lección del Brentford sigue vigente. La temporada pasada, a pesar de perder a Ivan Toney, Frank se adaptó de inmediato a Bryan Mbeumo y Yoane Wissa, quienes sumaron 39 goles en la Premier League. Aun así, el pequeño club terminó décimo, un logro impresionante. Desde el Brentford hasta los Spurs, el mensaje de Frank sigue siendo el mismo: analizar a los jugadores disponibles y luego elaborar la estrategia más adecuada.
La flexibilidad no es compromiso. Es carácter. Porque un entrenador que se atreve a cambiar significa que se atreve a reconocer la realidad, que se atreve a anteponer la victoria colectiva al ego táctico. Frank demuestra que el éxito no se basa en afirmar "esta es mi filosofía", sino en la capacidad de encontrar la manera de que el equipo gane, sin importar las circunstancias.
En un mundo futbolístico moderno donde demasiados entrenadores ven el cambio como una debilidad, Thomas Frank demuestra lo contrario: que la adaptación es la fuerza. Y en el Tottenham, actualmente, esa frescura alimenta la creencia de que pueden ser un auténtico rival, no solo con pasión, sino con la inteligencia táctica de un entrenador que prioriza la victoria sobre cualquier filosofía rígida.
Fuente: https://znews.vn/amorim-nen-cap-sach-hoc-thomas-frank-post1579978.html
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