El examen de graduación de bachillerato de este año destaca aún más la estrategia de los estudiantes para elegir asignaturas basándose en la facilidad, la baja competencia y las altas calificaciones. Durante el primer año en que los idiomas extranjeros se convirtieron en opcionales, más del 60 % de los estudiantes no eligieron ninguno. Además, más del 40 % de los estudiantes se centraron en historia y geografía en el examen de graduación de bachillerato de 2025.
Esto refleja un mensaje preocupante: el aprendizaje fácil y los exámenes fáciles son el camino seguro. Si esto continúa en el futuro, estaremos contribuyendo inadvertidamente a una mentalidad miope, desviándonos de la misión de la educación de formar individuos integrales con pensamiento independiente, creatividad y habilidades prácticas para la resolución de problemas. Además, esto conducirá a una escasez de recursos humanos de alta calidad en campos científicos y tecnológicos clave.
Ante esta realidad, es necesario realizar ajustes para que las preguntas del examen estén diseñadas no para dificultar las cosas, sino para garantizar respuestas correctas. Un examen de literatura podría situar a los estudiantes en un contexto social para que presenten sus puntos de vista personales, un examen de matemáticas podría simular una situación económica hipotética, o un examen de lengua extranjera podría vincularse a un contexto comunicativo de la vida real. Así es como los exámenes pueden convertirse en experiencias de aprendizaje atractivas, ayudando a los estudiantes a desarrollar el pensamiento crítico, las habilidades de aplicación y la creatividad.
Además, también es necesario revisar la estructura de las combinaciones de asignaturas de los exámenes. La libertad de elección es necesaria, pero la libertad absoluta puede fácilmente generar desequilibrios. La evasión de asignaturas fundamentales como idiomas extranjeros, ciencias naturales o informática por parte de los estudiantes está provocando un desequilibrio en la estructura de la futura fuerza laboral.
Los exámenes también deberían servir como guía profesional. Cada asignatura, al vincularse con campos profesionales específicos, como física e ingeniería, biología y medicina, lenguas extranjeras y geografía con turismo y diplomacia, informática y tecnología, etc., ayudará a los estudiantes a tener una dirección más clara para su futuro. Cuando los estudiantes comprendan que las decisiones de hoy pueden abrir las puertas del mañana, los exámenes ya no serán una carrera por las calificaciones, sino un viaje de autodescubrimiento.
La reforma del sistema de exámenes no puede lograrse sin el papel del profesorado. Como enfatizó en una ocasión el presidente del Comité de Cultura y Sociedad, Nguyen Dac Vinh: «Si la reforma de los exámenes es realmente efectiva, el profesorado cambiará sus métodos de enseñanza, el alumnado cambiará sus métodos de aprendizaje, los padres cambiarán sus expectativas y la sociedad cambiará su perspectiva sobre la educación. Aprender no es solo para los exámenes, sino para acumular conocimientos, desarrollar habilidades, perfeccionar el carácter e integrarse internacionalmente. Ese es el objetivo que todo examen debe perseguir».
En la era digital y con la inteligencia artificial, los exámenes que solo evalúan la memorización quedarán obsoletos rápidamente. Pero si sirven para desarrollar habilidades para la vida, la capacidad de pensamiento y las aspiraciones de desarrollo, se convertirán en un verdadero motor. Debemos abandonar la mentalidad de "solo terminar el examen" o "presentarlo para la admisión"; en cambio, deberíamos centrarnos en "presentarlo para crecer", "presentarlo para reflexionar sobre nuestro aprendizaje" y "presentarlo para prepararnos para el futuro".
Un examen verdaderamente efectivo no sólo debe evaluar las habilidades sino también despertar el potencial, la pasión y el carácter de los candidatos.
Fuente: https://thanhnien.vn/de-thi-tro-thanh-dong-luc-185250719220002887.htm






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