No oculta el desorden, sino que lo limpia, convirtiendo el casco antiguo en una reluciente pintura de seda. La noche acerca a la gente, no con palabras apresuradas, sino con la cálida luz de miles de faroles, con sonrisas sencillas y sin maquillaje, propias solo de este momento: el momento en que Hoi An recupera su sencillez y apacibilidad, cargando con innumerables recuerdos. "¿Qué hace que Hoi An esté tan inclinada?/ Los faroles brillan en la noche de ensueño.../ Esa luz, los faroles de la noche festiva.../ Ciudad antigua de Hoi An... Eres tan hermosa" (Noche de Hoi An - Phan Van Bich).
Miles de faroles, desde lujosos de seda hasta rústicos de papel, no solo se extienden por las esquinas de las calles, sino que también danzan sobre los barcos que se mecen en el río Hoai. Cada farol es como una llama de amor que susurra su propia historia, iluminando cada paso. El fuerte viento trae el intenso aroma del aluvión de la orilla, mezclado con la dulzura de la fruta madura de Cu Lao Cham. En el espacio, resuena la eterna canción de amor de Hoi An: el sonido del bai choi cantando como la confesión de la tierra, las elegantes melodías de la cítara y la poesía que emana de los antiguos salones de reuniones. Y a veces, son solo las rústicas notas de la guitarra que caen sobre las olas, como los susurros de los viajeros en medio de un tiempo congelado. ¡Eso solo es suficiente para cautivar y endulzar el corazón!
Al detenerme junto al río Hoai, me fascinaron las arrugas en los rostros de los vendedores de faroles. Había ancianas con el cabello blanco como el humo, su piel arrugada por el paso del tiempo, pero sus sonrisas desdentadas y sus ojos tiernos aún brillaban con la belleza de la paz eterna. Junto a ellas, había niñas y niños, de nueve y diez años, con ojos claros, sonrisas inocentes y extrañamente santas. Eran los brotes puros del amanecer, que contrastaban con los rayos del sol de la tarde en los rostros de las ancianas. Esas dos imágenes, por un lado, representaban el pasado nostálgico, por el otro, el futuro brillante, ambas iluminaban con una cálida luz los corazones de las personas, haciendo que el tiempo pareciera detenerse de una manera asombrosa.
Parece que solo la noche en Hoi An puede traer tanta emoción y fascinación. En el abrazo de la noche de Hoi An, los corazones de la gente se apaciguan de repente. Las preocupaciones de la vida diaria, la competencia, los celos... todo parece desvanecerse en la nada.
Hoi An de noche no es solo un viaje, sino un regreso a casa: un retorno a los valores prístinos, a la purificación del alma. Y entonces, de repente, te das cuenta de que a veces la felicidad es simplemente una noche sin preocupaciones, un alma en paz en medio de la bondad humana.
Fuente: https://www.sggp.org.vn/hoi-an-dem-khuc-hat-thien-duong-post807647.html










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