Hoi An, un barrio de paredes amarillas manchadas por el tiempo, es la inspiración para el fotógrafo francés Réhahn Croquevielle para traer fotografías de la vida cotidiana aquí, un lugar que considera su segundo hogar.
Desde arriba, las casas de paredes amarillas mezcladas con techos de tejas marrones y ventanas azules crean una imagen con muchas capas.
Cuanto más te adentras en cada rincón de la calle, parece como si cada pared estuviera cubierta de una capa de amarillo dorado, mezclada con manchas de musgo en el casco antiguo, presenciando cada día el paso lento de bicicletas junto al río, o los rústicos y sencillos sombreros cónicos que llevan los vendedores ambulantes.
Cuando las calles se inundan con la luz del sol de la tarde, reflejando esa luz similar a la miel sobre el río, ese momento hace que toda la ciudad sea mágica e infinitamente preciosa.
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