Los biólogos dicen que los caballos en la isla Sable están destruyendo una biodiversidad rara en la isla frente a Nueva Escocia.
Los caballos fueron traídos a la isla Sable por un comerciante en el siglo XVIII. Foto: Wirestock
En una delgada media luna de tierra frente a la costa de Nueva Escocia en el Océano Atlántico, cientos de caballos corren libremente, galopando a lo largo de ondulantes dunas de arena, con sus pelajes castaños resaltando contra la arena blanca y el mar azul, según The Guardian .
Cada año, el Instituto de la Isla Sable envía voluntarios para contar los caballos muertos durante dos semanas y enviar los datos a Parques Canadá. La población de caballos se ha disparado de 250 en 1961 a un récord de 591 el año pasado. A los biólogos les preocupa que los caballos estén destruyendo la excepcional biodiversidad de la isla.
Desde la perspectiva del bienestar animal, viven fuera de su entorno adecuado y sufren mucho. La tasa de mortalidad anual de caballos es muy alta. Además, padecen muchas enfermedades o carecen de acceso a refugio, agua potable y alimentación adecuada. Es una población animal desatendida que se encuentra bajo mucha presión, afirmó Ian Jones, profesor de biología de la Universidad Memorial de Terranova.
La isla Sable, de tan solo 12 millas cuadradas, es conocida por su terreno accidentado y sus condiciones peligrosas. Los extensos bancos de arena, la densa niebla y las fuertes mareas han hundido más de 350 barcos desde finales del siglo XVI. Según los expertos, los caballos fueron introducidos en la isla por un comerciante de Boston en el siglo XVIII, junto con cerdos, ovejas y ganado vacuno. A pesar del duro entorno, han sido los más longevos, sobreviviendo de la hierba y los estanques de agua dulce.
En las últimas décadas, la población de caballos ha aumentado paulatinamente. Su aislamiento implica que están más diferenciados genéticamente que otras poblaciones. Además, tienen muy poco contacto con los humanos, lo que los convierte en un tema interesante para la investigación.
En la década de 1950, el gobierno canadiense planeó reubicar a los caballos para trabajar en minas de carbón o en el matadero. Una campaña pública llamó la atención sobre los caballos. El entonces primer ministro John Diefenbaker modificó la Ley y ordenó que los caballos recibieran plena protección.
Parques Canadá está considerando despenalizar a los caballos porque han estado en la isla el tiempo suficiente como para convertirse en parte del ecosistema.
An Khang (según The Guardian )
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