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Se ha demostrado que los microplásticos (también conocidos como partículas microplásticas) ingresan al torrente sanguíneo, los pulmones y la placenta a través de alimentos, líquidos y otras sustancias consumidas por los seres humanos.
| Modelo que muestra moléculas de plástico y colesterol cruzando la barrera hematoencefálica. Imagen: NANOMATERIALES |
Sin embargo, según los resultados de un estudio reciente publicado en la revista Nanomaterials, un equipo de investigadores de Austria, Estados Unidos, Hungría y Países Bajos descubrió que las nanopartículas de polímero (MNP) pueden penetrar el cerebro de ratones. Introdujeron partículas de poliestireno (un plástico común en envases de alimentos) de tres tamaños (9,5, 1,14 y 0,293 micrómetros) marcadas con fluorescencia y las mezclaron en el agua potable de los ratones. Se detectaron señales fluorescentes verdes de 0,293 micrómetros en el tejido cerebral de los ratones que habían bebido la solución después de solo dos horas.
Pero cómo las partículas de plástico microbianas (MNP) logran cruzar la barrera hematoencefálica, que ayuda al cerebro a prevenir la entrada de toxinas y otras sustancias no deseadas, es una pregunta importante. Experimentos posteriores demostraron que las partículas de plástico más pequeñas pueden agregar otras moléculas a su alrededor, envolviéndolas, y esta mezcla molecular transportó los microplásticos a través de la barrera hematoencefálica hacia el tejido cerebral. Según los autores, no solo es alarmante la velocidad de movimiento, sino que la capacidad de los compuestos de gran peso molecular (polímeros) para deslizarse hacia el sistema nervioso ha suscitado serias preocupaciones. Según el patólogo Lukas Kenner, de la Universidad Médica de Viena (Austria), en el cerebro, los microplásticos podrían aumentar el riesgo de inflamación, trastornos neurológicos o incluso causar enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.
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