La electricidad ha estado cortada durante casi todo el último mes, dejándolo sofocado por el calor del verano. Cuando salió a buscar comida, tuvo que dejar su teléfono móvil por culpa de los saqueadores en las calles. El joven técnico ahora depende de sus libros para mantenerse animado, ya que no puede escapar de la capital sudanesa, devastada por el conflicto.

Desde que estallaron los combates entre el ejército sudanés (SAF) y las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido (RSF) a mediados de abril, más de 1,3 millones de personas han huido de sus hogares a zonas más seguras dentro del país o al otro lado de la frontera.

Personas pasean por un mercado en Jartum, Sudán. Foto: AP

Pero Mahmoud y millones de personas más siguen varadas en Jartum y en las ciudades de Bahri y Omdurmán. Para ellas, cada día es una lucha encontrar comida, agua y cargadores de teléfono en medio de los cortes de electricidad, a la vez que evitan a los delincuentes en las calles.

En este contexto, la aplicación Bankak del Banco de Jartum se ha convertido en una solución para muchos, permitiendo a los usuarios transferir dinero y realizar pagos electrónicos. Mahmoud usó la aplicación para pagarle a un comerciante unas latas.

Durante el apagón, el dueño de la tienda le proporcionó a Mahmoud lo que necesitaba y accedió a pagarle más tarde. Además, la empresa tecnológica para la que trabajaba Mahmoud antes de los combates le ingresaba 30.000 libras sudanesas (unos 50 dólares) en su cuenta cada pocas semanas, lo que le ayudaba a mantenerse a flote.

Mahmoud quería ir a Etiopía y luego a Portugal, donde le habían ofrecido trabajo como técnico de laboratorio. Pero no tenía los 2500 dólares para cubrir el viaje. Otros dijeron que no les quedaba otra opción que quedarse a trabajar.

Tana Tusafi, una de las mujeres que vendía té en las calles de Jartum, dijo que sus cuatro hijos dependían de ella. "No tengo a nadie que me mantenga. Así que tengo que trabajar", dijo Tusafi.

Duong Nguyen