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Cabo Verde está dando la sorpresa en las eliminatorias para la Copa Mundial de 2026. |
Hay historias de fútbol que no necesitan superestrellas ni estadios magníficos, solo fe, algo que abunda en el archipiélago de Cabo Verde. A las 23:00 del 13 de octubre, cuando suene el silbato inicial en Praia, una pequeña nación en medio del Atlántico podrá escribir el capítulo más brillante de su historia: conseguir un boleto para la Copa Mundial de 2026.
Desde abajo hasta el cielo
«Ahora puedo soñar con jugar en el Mundial», las sencillas palabras de un niño de la academia Bola pra frente resonaron como el preludio de una gesta campeona. Ese sueño, antes inalcanzable para un país de poco más de medio millón de habitantes, se está convirtiendo en una realidad impresionante. Si Cabo Verde derrota a Esuatini, se convertirá en el tercer debutante en la Copa Mundial de Norteamérica, después de Jordania y Uzbekistán.
El fútbol caboverdiano ha vivido momentos oscuros. El año pasado, sin ir más lejos, quedaron últimos en el grupo de clasificación para la Copa Africana de Naciones 2025, una humillación tras haber alcanzado los cuartos de final de la Copa Africana de Naciones 2023.
Pero de las cenizas, el entrenador Bubista, un exjugador que había militado en el Badajoz (España), resucitó al equipo con disciplina y fe. No contaba con una plantilla repleta de estrellas, solo con un grupo de trabajadores, valientes como tiburones en medio de un océano feroz.
Lo especial es que su éxito lleva la impronta de sus expatriados. En la plantilla actual, hay seis jugadores nacidos en los Países Bajos, algunos en Francia, Portugal e incluso Irlanda.
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La selección de Cabo Verde no cuenta con estrellas destacadas. |
El defensa central Pico Lopes, por ejemplo, se enteró de su convocatoria a través de... un mensaje de LinkedIn que acabó en su carpeta de spam. Pero son estas piezas las que conforman la identidad global de Cabo Verde: pequeña en tamaño, pero grande en espíritu.
Ningún país ama a su selección con tanta pasión como Cabo Verde en estos momentos. Antes del crucial partido, el equipo visitó el mercado de Sucupira en la capital, Praia, donde estrecharon manos, rieron y recibieron las felicitaciones de la gente.
Sin vallas, sin guardias, solo fe y amor. La escena nos recuerda al fútbol original, donde jugadores y personas comparten el mismo latido, soñando el mismo sueño.
Puestos de cerveza y escenarios musicales han proliferado en las calles. El gobierno ha declarado hoy un “día especial”, permitiendo a todos los ciudadanos tomarse el día libre hasta el mediodía para ver el fútbol. En un país donde la mayoría de su población reside en el extranjero, la patria nunca ha estado tan unida. Los caboverdianos están viviendo un momento inolvidable.
Pequeñas aspiraciones, gran visión
Si ganan, Cabo Verde se convertirá en la segunda selección más pequeña en la historia de la Copa Mundial, después de Islandia 2018, y en el equipo con menor extensión territorial que jamás haya participado en el torneo. Una hazaña extraordinaria para un país sin una liga profesional propiamente dicha, donde la mayoría de los jugadores crecieron jugando al fútbol callejero, con la brisa del mar y balones desgastados.
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Cabo Verde se acerca cada vez más a su sueño mundialista. |
Pero en el mundo del fútbol globalizado de hoy, Cabo Verde es un símbolo del sueño de todo equipo pequeño: la convicción de que la ambición no tiene límites. No tienen superestrellas, ni un estadio de 80.000 asientos, pero tienen un corazón palpitante, un vínculo de solidaridad entre todos los expatriados y una gente dispuesta a paralizar el país entero con tal de que suene el silbato.
Solo tres puntos más, y los hijos del mar cantarán el himno nacional en el Mundial de 2026, junto a las potencias futbolísticas mundiales. Sea cual sea el resultado, Cabo Verde ha ganado: por atreverse a soñar, a creer y a convertir el fútbol en el sueño colectivo de una pequeña pero orgullosa nación en el corazón del océano.
Fuente: https://znews.vn/world-cup-goi-ten-cape-verde-post1593352.html









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