El Barça está perdido. Ataca mucho, tiene mucha posesión, pero no es efectivo. Cada vez que lo contraatacan, el equipo se tambalea como un colectivo que ha perdido la fe. El empate 3-3 contra el Club Brujas en la Champions League, en la madrugada del 6 de noviembre, no fue un simple tropiezo, sino también una señal de que el Barça está cayendo en una crisis de fe en su propio sistema.
Pep Guardiola dijo una vez: “Cuando el equipo gana, nadie duda del sistema. Pero cuando pierde, es cuando más que nunca hay que creer en él”. Esta frase cobra ahora mayor relevancia. El Barça de Hansi Flick aún conserva el espíritu de Pep: control del balón, presión alta, ataque colectivo. Pero el fútbol que antaño simbolizaba el dominio ahora se cuestiona porque ya no da resultados.
El partido en Brujas fue un claro ejemplo. El Barça necesitó empatar tres veces para evitar el desastre. Dominaron el juego, presionaron en el campo, lanzaron decenas de ataques, pero aun así jugaron con nerviosismo. Cada vez que los contraatacaban, la defensa se desmoronaba. El Club Brujas necesitó solo 23 ataques para realizar 11 disparos, marcar 3 goles y fallar una ocasión clarísima. Mientras tanto, el Barça necesitó 80 ataques para lograr la misma cifra.
El problema no es solo el rendimiento. Es la fragilidad psicológica. El Barça carece ahora de carácter y confianza en sí mismo. Cada vez que va por detrás en el marcador, pierde el prestigio de aquel equipo que una vez aterrorizó a toda Europa.
Con Flick, el Barça jugaba con entrega, pero no lograba controlar los riesgos. Cuando la defensa, que contaba con jóvenes promesas como Pau Cubarsi o Gerard Martin, era presionada, todo el equipo se desmoronaba.
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Lamine Yamal es un raro rayo de esperanza para el Barcelona. |
Lamine Yamal es una de las pocas notas positivas. Con tan solo 18 años, lidera todo el ataque. Cada uno de sus regates infunde nueva vida a un equipo agotado.
Pero un solo joven talento no puede cargar con el peso de un sistema que se resquebraja. Gavi, Pedri lesionado, Lewandowski un año mayor, Raphinha frustrado por haber quedado fuera del Equipo del Año de la FIFPRO: todo ello dibuja un panorama desalentador.
El Barça vive entre dos mundos : un pasado glorioso y un presente inestable. Todavía hablan de la “filosofía del control”, pero es precisamente ese estilo de juego el que los asfixia.
Flick no se equivoca al intentar mantener la identidad, pero no tiene la audacia suficiente para mejorarla. El Barça de hoy es como una máquina vieja que intenta circular por una carretera nueva: mucho ruido, pero sin llegar muy lejos.
La pregunta es: ¿debemos creer en el sistema o atrevernos a romperlo? Guardiola afirmó en su momento que «traicionar al sistema» es el camino más corto a la destrucción. Pero a veces, la fe ciega también es una forma de traición, una traición a la realidad. El Barça necesita encontrar el equilibrio, un estilo de juego que se ajuste a su verdadero potencial, en lugar de seguir viviendo de los gloriosos recuerdos del pasado.
El empate en Brujas fue más que perder dos puntos. Fue una advertencia. El Barça está perdiendo el control y la confianza. Si Flick no logra enderezar el rumbo del equipo pronto, esta temporada podría ser una pálida copia de los fracasos del pasado, con muchos balones perdidos, pocos goles y mucho arrepentimiento.
Es hora de que el Barça mire el ejemplo de Guardiola. No para imitarlo, sino para comprender el verdadero espíritu de ese fútbol, no solo para controlar, sino para sobrevivir.
Fuente: https://znews.vn/barca-run-ray-moi-khi-bi-phan-cong-post1600247.html







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