Si la transición energética fuera un "atleta", este habría abandonado la línea de salida hace años. Aunque ya ha recorrido la mitad de la distancia, la meta aún está lejos.
Vale la pena señalar que, en el tramo final, el impulso se ha desacelerado y la mejora en la puntuación del Índice de Transición Energética (ETI) global entre 2021 y 2024 es casi cuatro veces menor que la puntuación entre 2018 y 2021.
El ETI destaca la dificultad de lograr una transición equilibrada entre sostenibilidad, equidad y seguridad, ya que solo 21 de 120 países lograron avances en las tres dimensiones durante el último año.
La sostenibilidad ha mejorado. Sin embargo, salvo por el mayor uso de la energía eólica y solar, este aspecto ya no se encuentra en la trayectoria necesaria para alcanzar cero emisiones netas para 2050.
La seguridad energética se encuentra a prueba en medio de crecientes tensiones geopolíticas . Persisten los desafíos de equidad energética dentro y entre los países, especialmente en lo que respecta a la asequibilidad y el acceso.
La inversión en energía limpia alcanzará un récord de 1,8 billones de dólares en 2023, pero aún representa solo un tercio de lo necesario para 2030 para lograr cero emisiones netas. Tras la COVID-19, el panorama de la transición energética ha experimentado cambios drásticos en las realidades geopolíticas y económicas , lo que pone en entredicho los impulsores fundamentales de la transición energética.
La pregunta es cómo ayudar al atleta de transición energética a recuperar el impulso. El Foro Económico Mundial (FEM), junto con Accenture, ha identificado cinco acciones que deben implementarse conjuntamente para responder a esta pregunta y, aún más importante, para garantizar que el atleta mantenga su forma en la segunda mitad de este maratón.
La transición energética no se limita al desarrollo de nuevas infraestructuras y tecnologías; implica cambios profundos en la sociedad y la economía. Foto: RIFS Potsdam
En primer lugar, se deben priorizar las regulaciones que promueven la descarbonización y la eficiencia energética. Por ejemplo, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de EE. UU. ofrece un crédito fiscal del 26 % para inversiones en energía solar, en el marco de un fondo de 369 000 millones de dólares para incentivos de transición.
De igual manera, el Reino Unido cuenta con Contratos por Diferencia (CfD), que brindan estabilidad de precios a largo plazo para atraer inversiones en energías renovables. El Estándar Mínimo de Rendimiento Energético (MEPS), adoptado por la UE, EE. UU. y Canadá, contribuyó a reducir el consumo de energía en el sector manufacturero japonés en un 20 % entre 2000 y 2012.
En segundo lugar, es necesario aplicar las tecnologías digitales y la IA para aumentar la productividad y acelerar la innovación. La IA generativa, en particular, representa una oportunidad transformadora, ya que muchas empresas y gobiernos están reimaginando cómo esta tecnología transformará sus cadenas de valor. Para 2030, Accenture estima que la inversión del sector en IA generativa se triplicará con creces, pasando de unos 40 000 millones de dólares anuales a más de 140 000 millones de dólares.
Garantizar que los beneficios de la revolución de la IA se apliquen al sector energético es una prioridad absoluta. Las necesidades energéticas de la IA son un tema crucial en estos momentos, ya que varios países reevaluan el crecimiento futuro de su demanda de electricidad, que se prevé que aumente drásticamente debido a la proliferación de centros de datos. Garantizar que la IA tenga un impacto positivo neto en la transición implica ofrecer beneficios que vayan más allá de las nuevas necesidades energéticas que genera la tecnología.
En tercer lugar, es necesario brindar equidad energética a las personas y hogares vulnerables. La sociedad en su conjunto determina, en última instancia, el ritmo de la transición energética. Las redes de seguridad social y las medidas de compensación, como el apoyo específico basado en los ingresos, las transferencias de efectivo y las iniciativas temporales de renta básica, pueden reducir o revertir la pobreza energética y, en última instancia, aumentar los incentivos para adoptar soluciones energéticas limpias.
Por ejemplo, Filipinas ha implementado un programa de Tarifas Vitales para ofrecer tarifas eléctricas subsidiadas a hogares de bajos ingresos que consumen menos de 100 kWh al mes. Francia ha orientado la mayoría de sus mejoras de eficiencia energética en edificios a las personas con ingresos más bajos. India está priorizando el apoyo a la movilidad eléctrica para vehículos de dos y tres ruedas, la mayoría de los cuales pertenecen a residentes de bajos ingresos.
En cuarto lugar, es necesario armonizar la oferta y la demanda de energía para impulsar la inversión futura. Los acuerdos comerciales y de compraventa son importantes para la aprobación de inversiones, especialmente para grandes proyectos de capital y programas de infraestructura, ya que proporcionan una fuente segura de ingresos. Actualmente, el mercado de productos ecológicos, como el del hidrógeno, sigue siendo pequeño, ya que representa solo el 1 % del tamaño de la industria actual.
La Coalición de Primeros Impulsores tiene como objetivo acelerar las tecnologías climáticas emergentes críticas necesarias para descarbonizar los sectores con mayores emisiones del mundo, con el compromiso de satisfacer la demanda anual de tecnologías emergentes de 16 mil millones de dólares para 2030.
Tanto el sector público como el privado deben actuar para estimular la inversión reduciendo el riesgo de la demanda futura. Japón y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) se asociaron recientemente para enviar miles de toneladas de amoníaco verde, lo que marca la primera iniciativa de esta magnitud.
En quinto lugar, para lograr una transición energética exitosa se necesitan tanto cooperación global, como compromisos conjuntos como los asumidos en la COP28, como acciones individuales adaptadas a las condiciones iniciales, la preparación y las prioridades del sector.
La diferencia más significativa en el desempeño del sistema entre las economías avanzadas y los países emergentes y en desarrollo radica en la disparidad en la equidad energética, en particular en los países emergentes de Asia y el África subsahariana… Mientras tanto, el impulso mundial depende de la participación de todos los países, no solo de los avanzados.
El mensaje del Índice de Transición Energética (ETI) de este año es claro: estamos inmersos en la carrera. El impulso es más importante que nunca. Los responsables de la toma de decisiones en todo el mundo deben actuar juntos para acelerar el paso y la transición hacia un futuro energético justo, seguro y sostenible.
Minh Duc (según el Foro Económico Mundial)
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Fuente: https://www.nguoiduatin.vn/chuyen-doi-nang-luong-cuoc-dua-marathon-khong-phai-chay-nuoc-rut-a669401.html
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