La estufa de leña está asociada a mi infancia - Foto: TRAN TUYEN
Hace unas tres décadas, en mi pueblo costero, la vida aún estaba llena de penurias y privaciones. La comida y la ropa seguían siendo la preocupación de mis abuelos y padres. Sin embargo, en mi casa nunca faltó... humo. El humo se colaba por la pequeña cocina, se pegaba a la ropa de mi madre, se aferraba al cabello de mi padre y emanaba de las hogueras encendidas con ramas de casuarina.
En los días fríos, mis hermanos y yo íbamos al límite del bosque de casuarinas a rastrillar hojas, recoger ramas y secar semillas de casuarina para que mi madre encendiera el fuego. Mi infancia estuvo llena de tareas sin nombre como esa: ayudar a mi padre a cortar leña, usar un machete para cortar troncos largos, secarlos al sol y luego apilarlos cuidadosamente detrás de la estufa. A veces, durante toda la tarde, me agachaba para seguir a mi madre a recoger ramas secas de casuarina cubiertas de arena, y luego las traía en manojos para encender el fuego y cocinar la cena.
La cena en mi casa era sencilla, pero llena del sabor del campo. Arenque de mar asado en un horno de leña, chisporroteando con su grasa, fragante en todo el barrio, acompañado de sopa de verduras mixtas, hojas de boniato hervidas y salsa de pescado casera hecha por mi madre. A veces se mezclaba arroz blanco con boniato y rodajas de yuca, pero era suave y fragante porque se cocinaba en una olla de barro en un horno de leña. Cada plato estaba impregnado de un ligero aroma ahumado, como si el pueblo natal estuviera "marinado" en cada trozo de pescado, grano de arroz y verdura. Ese humo no solo cocinaba la comida, sino que también cocinaba el corazón de mi madre, convirtiendo el simple arroz y la sopa en un "manjar" en el recuerdo.
Cada vez que la estufa se incendiaba y salía humo, mi madre me dejaba acercarme para calentarme las manos y luego susurraba como recordándome a mí misma: «El humo de la estufa de leña ayuda a expulsar la humedad y a calentar el cuerpo. Este humo no es dañino, ayuda a conservar la energía yang en el cuerpo. Quienes comen el humo y el fuego de su tierra se acostumbran al olor de la tierra, están más sanos y tienen menos enfermedades, hija mía». Estas cosas aparentemente sencillas, como comprendí más tarde, resultaron ser un conocimiento popular. Las mujeres de mi pueblo, tras un parto doloroso, tenían que tumbarse sobre carbón de casuarina para recuperar rápidamente sus fuerzas.
En la medicina oriental, se cree que la energía yang es una fuente de energía vital que ayuda a mantener el cuerpo caliente y a regular los órganos internos. Por el contrario, la energía yin (energía fría) es la causa de enfermedades, especialmente en ancianos, mujeres y niños. Una estufa de leña seca, hojas y corteza de árbol genera un flujo natural de aire caliente que repele la energía fría del espacio habitable y ayuda a los órganos internos a funcionar con mayor eficacia. Por eso, en el campo, aunque las casas tengan techos de paja y paredes de tierra, la gente sigue siendo más sana porque vive en contacto con la naturaleza, come alimentos sencillos y, sobre todo, siempre tiene una estufa. La estufa no es solo un lugar para cocinar, sino también el centro de vitalidad del hogar. Una familia con humo en la cocina significa actividad y conexión. Los antiguos enseñaban: «Una estufa fría, una casa fría; una estufa caliente, paz mental». Esta frase es totalmente cierta.
Luego crecí, aprobé el examen de admisión a la universidad y me fui de mi ciudad natal. Durante los años que viví en la ciudad, comiendo comida industrial y alojándome en una habitación con aire acondicionado, había días en que me sentía cansado sin motivo alguno. ¡Echaba de menos el humo de la cocina! No por la falta de comida deliciosa, sino por la ausencia del calor de los recuerdos de la infancia. Cada vez que volvía a mi ciudad natal, miraba la vieja cocina. El olor a humo seguía siendo el mismo, inalterado. Solo que yo era diferente, más alto, más comprensivo y... quería más a mis padres. Eché más leña a la estufa, dejando que el humo subiera; me picaba un poco en los ojos, pero me reconfortaba muchísimo.
En la ciudad, la gente ha comenzado a regresar a la estufa de leña tradicional como estilo de vida, llamado "retiro", "estilo de vida orgánico". Pero para mí, no es una moda. Es un recuerdo. Una parte de mi infancia. Es el lugar donde se formó el llamado "yo" de hoy. Ahora, en mis treinta, la edad que Confucio llamó "tam thập nhi lập", ya no soy el niño que rastrillaba hojas, cortaba leña, recogía semillas de casuarina ni temblaba junto al fuego del invierno. Pero el olor a humo de la cocina sigue intacto en mí. Es el olor de mi madre, del campo, de una infancia llena de dificultades y amor.
Y cada vez que veo el humo azul flotando sobre el tejado de la calle, imagino la pequeña cocina del pasado. El humo no es solo el calor del fuego. El humo es memoria. Es la evidencia de un tiempo, una vida, una patria.
Tran Tuyen
Fuente: https://baoquangtri.vn/khoi-vuong-mui-bep-193350.htm
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