El 8 de agosto de 2025, el Comité Popular de Hanoi emitió el Plan No. 224/KH-UBND sobre la implementación del Despacho Oficial No. 29/CD-TTg del 3 de abril de 2025 y continuó implementando el Despacho Oficial No. 139/CD-TTg del 23 de diciembre de 2024 del Primer Ministro sobre el fortalecimiento y la promoción de la prevención y el manejo de actividades que utilizan alta tecnología en el ciberespacio para apropiarse fraudulentamente de propiedad.
En la era de la fuerte digitalización, el fraude tecnológico se vuelve cada vez más sofisticado. Desde estafas por correo electrónico, mensajes falsos y llamadas falsas, hasta ciberataques a gran escala para tomar el control de cuentas bancarias, personas de todo el mundo se han convertido en blanco de la ciberdelincuencia. Ante esta situación, muchos países han desarrollado estrategias de prevención y respuesta que combinan medidas legales, tecnología y propaganda para proteger tanto a las personas como al sistema financiero.
Singapur
Singapur es uno de los países líderes de Asia en el desarrollo e implementación de medidas para prevenir el fraude tecnológico. Como centro financiero y comercial líder en la región, este país insular suele ser blanco de ciberdelitos internacionales. El gobierno de Singapur es consciente de que, para proteger su sistema económico y a su población, es necesario aplicar una estrategia de defensa multicapa que combine la legislación, la tecnología y la concienciación pública.
Uno de los aspectos más destacados de la experiencia de Singapur es la adopción generalizada de la autenticación multifactor (MFA) en la mayoría de las transacciones en línea, especialmente en el sector bancario. Esto ayuda a limitar el riesgo de que los estafadores accedan a las cuentas con solo la información básica de inicio de sesión. Los bancos de Singapur también implementan sistemas de monitoreo de transacciones en tiempo real, que pausan o bloquean automáticamente las transacciones inusuales para su revisión manual antes de permitir su procesamiento.

Además de las medidas técnicas, Singapur ha puesto un gran énfasis en la educación y la concienciación pública. La campaña "ScamShield" se lanzó a nivel nacional e incluye una aplicación móvil que bloquea mensajes de texto y llamadas fraudulentas, además de actualizaciones periódicas sobre nuevas estafas. El gobierno ha colaborado con la policía, los reguladores financieros y los medios de comunicación para difundir las advertencias a todos los grupos de edad, desde los escolares hasta las personas mayores, los más vulnerables a la explotación.
Por otro lado, el marco legal de Singapur está bien diseñado y define claramente las responsabilidades de las instituciones financieras en la protección de la información y los activos de los clientes. Cuando ocurren incidentes, los bancos y las autoridades deben coordinarse rápidamente para rastrear las transacciones, congelar las cuentas sospechosas y ayudar a recuperar los daños. La gestión rigurosa de los casos de fraude también crea un fuerte efecto disuasorio, limitando su recurrencia.
La experiencia de Singapur demuestra que prevenir el fraude tecnológico no es solo cuestión de tecnología, sino también de una combinación de infraestructura de seguridad moderna, vigilancia pública y una estrecha coordinación entre los organismos gubernamentales y el sector privado. Este modelo no solo ayuda a minimizar los daños, sino que también crea un entorno digital seguro, generando confianza para los ciudadanos y los inversores.
Japón
Japón es uno de los países con una estrategia integral para la prevención del fraude tecnológico, que combina estrechamente el desarrollo de infraestructura de seguridad avanzada con la concienciación pública. En el contexto de una ciberdelincuencia cada vez más sofisticada, que aprovecha las plataformas en línea y los dispositivos inteligentes para sus ataques, el gobierno japonés ha determinado que la prevención debe comenzar por mejorar la capacidad de las personas para identificar riesgos, en paralelo con el perfeccionamiento de los mecanismos de protección técnica y legal.
Uno de los elementos clave de la experiencia japonesa es promover la educación en ciberseguridad desde una edad temprana. Las escuelas, especialmente las de primaria y secundaria, incorporan la seguridad de la información en sus planes de estudio, ayudando a los estudiantes a reconocer mensajes de texto y correos electrónicos falsos, así como las estafas en línea. Los gobiernos locales imparten periódicamente sesiones de formación, especialmente para las personas mayores, un grupo vulnerable a las estafas que se hacen pasar por agencias gubernamentales o bancos.

En el ámbito técnico, Japón mantiene estrictos estándares de seguridad para las instituciones financieras, que exigen autenticación multicapa, cifrado robusto y sistemas de monitoreo de transacciones en tiempo real. Si se detectan irregularidades, los bancos deben informarlas de inmediato a las autoridades y congelar temporalmente las cuentas para evitar daños. Además, las empresas de telecomunicaciones y las plataformas en línea deben cooperar para detectar, bloquear y eliminar sitios web, aplicaciones o enlaces fraudulentos.
El marco legal de Japón también se ha fortalecido continuamente para adaptarse al ritmo de los cambios en la delincuencia de alta tecnología. Las leyes de ciberseguridad y las regulaciones de protección de datos personales definen claramente las responsabilidades de las empresas para garantizar la seguridad de la información de sus clientes, a la vez que crean una base legal para que las agencias de investigación recopilen rápidamente pruebas y procesen a los delincuentes. Los casos importantes de fraude en línea se han gestionado con rigor, creando así un efecto disuasorio en la sociedad.
La experiencia de Japón demuestra que, para minimizar los riesgos de fraude tecnológico, es imposible depender únicamente de la tecnología o la legislación, sino que es necesario combinar de forma sincronizada la educación, la comunicación y la cooperación multisectorial. Esta preparación integral ayuda al país no solo a proteger los activos de las personas, sino también a mantener la confianza en un entorno de transacciones digitales seguro y transparente.
América
Estados Unidos es uno de los países con un sistema a gran escala y multicapa para prevenir el fraude tecnológico y la apropiación de activos, lo que refleja la magnitud de la economía digital, en pleno desarrollo, pero también riesgosa. Dado que los ciberdelincuentes explotan cada vez más el correo electrónico, las redes sociales, las aplicaciones móviles y los canales de transacciones en línea para sus ataques, el gobierno estadounidense ha implementado numerosas medidas coordinadas entre organismos públicos, empresas tecnológicas y la comunidad para prevenir, detectar y gestionar con prontitud las amenazas.
Una de las experiencias destacadas de Estados Unidos es la implementación de sistemas de alerta pública y bases de datos sobre formas comunes de fraude. El Buró Federal de Investigaciones (FBI), a través de su Centro de Quejas de Delitos en Internet (IC3), permite a los ciudadanos denunciar en línea y recopila y analiza datos para identificar nuevas tendencias delictivas. La Comisión Federal de Comercio (FTC) también mantiene una base de datos de la Red de Vigilancia del Fraude, que facilita a la comunidad la búsqueda y la recepción de alertas tempranas sobre nuevas tácticas de fraude.

Además, EE. UU. se centra en una estrecha colaboración con corporaciones tecnológicas, bancos y empresas de telecomunicaciones para mejorar la capacidad de detectar y neutralizar amenazas en una etapa temprana. Las plataformas de redes sociales y los servicios de correo electrónico cuentan con algoritmos para identificar contenido falso, bloqueando o eliminando automáticamente enlaces fraudulentos antes de que los usuarios interactúen. El sistema bancario aplica autenticación multifactor, tecnología de análisis del comportamiento de las transacciones y un mecanismo de bloqueo inmediato ante indicios de anomalías.
Estados Unidos también ha lanzado una amplia campaña de concienciación pública, "Detente. Piensa. Conéctate", para concienciar a la población sobre los riesgos en línea. Mediante seminarios, anuncios de televisión, redes sociales y programas educativos escolares, se difunde información sobre estafas y cómo evitarlas a todos los grupos de edad, desde estudiantes hasta personas mayores.
La experiencia estadounidense demuestra que un sistema de prevención eficaz debe basarse en la coordinación multisectorial, combinando tecnología avanzada, un marco legal sólido y una comunidad altamente vigilante. La conexión entre el Estado, las empresas y las personas no solo ayuda a minimizar los daños causados por el fraude tecnológico, sino que también crea un entorno de comercio en línea seguro y sostenible.
Fuente: https://khoahocdoisong.vn/kinh-nghiem-phong-ngua-lua-dao-bang-cong-nghe-cao-o-cac-nuoc-post2149044949.html
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