Los regaños de los padres durante la infancia pueden influir en la forma en la que el niño ve el mundo , a los demás y a sí mismo. - Foto: FREEPIK
Según Neuroscience News , el uso frecuente de palabras por parte de los padres para humillar, controlar o avergonzar a sus hijos con el fin de " educarlos " puede alterar la estructura de sus cerebros en desarrollo.
Los regaños de los padres dejan muchas consecuencias psicológicas
Un estudio de más de 20.500 adultos en el Reino Unido descubrió que uno de cada cinco había sufrido abuso verbal cuando era niño.
Las definiciones de abuso verbal varían, pero generalmente incluyen ser criticado, amenazado o rechazado, sentirse menospreciado, culpado, ridiculizado y temido. Este es un comportamiento a largo plazo, no lo mismo que perder los estribos ocasionalmente y decir algo hiriente en un ataque de ira.
El abuso verbal durante la infancia contribuye a moldear la forma en que el niño ve el mundo, a los demás y a sí mismo, lo que aumenta su riesgo de sufrir ansiedad, depresión, conducta suicida y consumo de drogas más adelante en la vida.
Esta experiencia afecta la capacidad de los niños de construir relaciones de confianza cuando sean adultos.
Prevenir la violencia verbal, así como todas las formas de abuso y negligencia infantil, no es solo un imperativo moral. Es esencial para garantizar un desarrollo cerebral saludable y una salud mental a lo largo de la vida.
Cuando los adultos utilizan repetidamente un lenguaje hostil o degradante hacia sus hijos, esto afecta muchos sistemas clave del cerebro.
En los niños que sufren abusos frecuentes, el sistema de reconocimiento de amenazas (también conocido como mecanismo de “lucha o huida”) se vuelve hipersensible.
Más tarde, incluso señales sociales neutrales como expresiones faciales, una broma o un comentario bien intencionado pueden malinterpretarse como amenazantes.
No eduques a tus hijos con palabras duras.
Los duros regaños de los padres con fines "educativos" pueden ayudar a los niños a sobrevivir en un entorno social negativo, pero a largo plazo, dejan un precio enorme.
A los niños les resultará más difícil confiar en los demás, construir y mantener relaciones y creer que son valiosos y dignos de amor.
Como adultos, los niños también corren el riesgo de caer en un círculo vicioso de estrés y relaciones rotas, desestabilizadas por los temores infantiles al abandono o al rechazo.
Las palabras duras persisten en la mente porque el cerebro está programado para priorizar la información negativa y amenazante como mecanismo de defensa. El daño causado por las palabras es la base de mucha ansiedad, dolor y sufrimiento posterior.
Un niño puede pasar décadas intentando enmendar los errores y demostrar que las palabras que se dijeron sobre él estaban equivocadas. Todos los adultos en la vida de un niño, incluyendo padres, maestros, abuelos, cuidadores… deben comprender el poder de sus palabras y evitar usar palabras duras.
Esto no significa que deba ignorarse el mal comportamiento. Los niños aún necesitan límites claros y retroalimentación honesta para corregir su comportamiento. Sin embargo, hable con su hijo con respeto, ánimo y preocupación.
Durante un desarrollo saludable, los intercambios afectuosos, tanto verbales como no verbales, con los padres, como elogios, ánimo y comprensión, ayudan a los niños a aprender a establecer relaciones seguras y positivas. Estos factores también contribuyen a desarrollar la autoestima y la confianza en las interacciones sociales.
AMANECER
Fuente: https://tuoitre.vn/loi-chui-mang-cua-cha-me-am-anh-tam-ly-con-suot-doi-20250514113044728.htm
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