
Cada vez miro hacia atrás durante mucho, mucho tiempo, como para capturar en mis ojos todo el amor y la gratitud que he acumulado durante el largo viaje. No sé por qué, pero cada vez que giro la cabeza inconscientemente, mi corazón late un poco más rápido. La nostalgia. El vago. Las emociones no tienen tono, no tienen forma y no son claras. Todo me hace sentir amor, como falta, como una tristeza sin nombre, como un poquito de felicidad del encuentro.
Quizás porque los hábitos siempre son difíciles de romper, me dije. Los hábitos, parece simple, pero esos hábitos se graban y se nutren con tantas emociones y recuerdos. En aquella pequeña esquina de la calle, donde la vieja casa de tres pisos, el techo descoloriéndose silenciosamente con el paso de los años, las paredes cubiertas de musgo, parecía susurrarme historias llenas de profundo cariño y bondad. Allí, acariciando mis pasos ingenuos e inocentes de los primeros días de mi vida. Ese lugar ha sido mi hogar diario durante más de veinte años. Y también allí, no puedo contar las veces que pasé las tardes en el balcón mirando la hilera de árboles de Lagerstroemia que había enfrente, perdiendo hojas silenciosamente, brotando silenciosamente, floreciendo silenciosamente, mostrando silenciosamente sus colores durante todo el año, mientras pensaba en el ritmo eterno del tiempo.
Me encanta esa esquina de la calle, me encanta el pequeño y humilde camino, me encantan los árboles Lagerstroemia de flores púrpuras a lo largo del camino cuando están en plena floración, me encanta la forma de las ramas delgadas y desnudas cuando pierden sus hojas, luciendo tan hermosas y libres, esperando que llegue la primavera y florezca con montañas verdes.
Pero ahora, la pequeña esquina de la calle, la casa oscurecida por el tiempo y la hilera de árboles Lagerstroemia aparentemente sin vida se han convertido en un recuerdo lleno de vacío. Cada vez que pase, me daré la vuelta y miraré hacia atrás. Su giro inconsciente de la cabeza hizo que el hijo comparara, la vejez a menudo pone el pasado por delante y el futuro por detrás. Sí, debo estar envejeciendo. Entonces, basta con un viento que pasa, basta con un aguacero fuerte, o basta con una esquina familiar que pasa por mi calle, basta con una historia de no hace mucho tiempo, y mi corazón de repente divaga. Como la nostalgia. Como la simpatía. Como la nostalgia. No es que a esta edad sea más reflexiva, "cuanto más viejo el jengibre, más picante es", sino simplemente que parezco tranquilizarme y estar más serena ante las alegrías, las penas y los cambios del fluir de la vida, como si apreciara tanto los años de alegría y de tristeza, los años marcados por un cariño inconmensurable, inconmensurable.
Me di cuenta de que la vida contiene tantas cosas pequeñas y sencillas que, cuando las miras, te sientes en paz y familiar. Como la pequeña esquina de la calle y la hilera de árboles de flores violetas, todavía tranquilos todo el año, y la vida, como debería ser, todavía fluye sin fin, fluye para siempre. Como el giro inconsciente de la cabeza cada vez que paso por esa pequeña esquina de calle es siempre el ancla que alimenta tantas emociones para mí. Tantos recuerdos inmensos y desbordantes y nostalgia, amor por los viejos tiempos. Tanta espera, esperanza para estos meses y los meses y años venideros, también llena de inolvidable gratitud.
Cada vez que miro hacia la vieja casa, miro hacia el pequeño camino, miro hacia la hilera de árboles Lagerstroemia de flores púrpuras, miro hacia un trozo de cielo, una esquina de la calle, es entonces cuando mi corazón late. Ya sea que mire hacia atrás lentamente durante mucho tiempo o con prisa, he conservado los bellos momentos de la tierra y de mi propio corazón. Al igual que la hilera de flores violetas en la esquina de la calle, que florecen con un color violeta de ensueño, se desvanecen fácilmente con el paso de los meses y los días. Hoy es dulce, fuerte, fresco, pero mañana se apagará, será insípido. Sólo los recuerdos y emociones de esa hilera de flores violetas en mí son verdaderamente duraderos, como un aroma, como un color de flor, que regresa por siempre en mis recuerdos.
Por eso, esa pequeña esquina de calle y esa hilera aparentemente sin vida de árboles de flores violetas se convertirán para siempre en un recuerdo lleno y vacío, para siempre como un aroma, como un color de flor que vuelve a mí con tanta nostalgia. Pero entonces, mañana, no sólo esa pequeña esquina, ese pequeño cielo, habrá más lugares, lugares que también pasarán a la memoria. Pase lo que pase, me sigo diciendo a mí mismo, después de cada día siempre habrá nuevos vientos y nuevos rayos de sol. Sólo el amor y los recuerdos nunca envejecerán. Así como aquella esquina, así como aquel cielo, así como aquella hilera de árboles de flores purpúreas, todavía me siguen en la memoria para despertar la emoción.
Según NGUYEN PHUC (baokontum.com.vn)
Fuente: https://baogialai.com.vn/ngoai-nhin-thuong-nho-post325787.html
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