El gobierno de la prefectura de Yamanashi declaró el 10 de agosto que las medidas planeadas —las primeras de este tipo para el monte Fuji— no supondrían una prohibición total de la escalada. El objetivo de la nueva política es guiar a los escaladores, incluyendo la suspensión temporal de sus viajes.
Según la política, se notificará a la policía local de la situación y se considerará intervenir si las rutas que llevan a la cima del monte Fuji se vuelven tan concurridas que "aumentan el riesgo de caída de rocas y tropiezos de los escaladores".
Los escaladores se reúnen después de ver el amanecer en el monte Fuji el 15 de agosto de 2022.
El mes pasado, unas 65.000 personas escalaron el Monte Fuji, un 17 % más que los niveles prepandemia de 2019, según datos oficiales. El famoso volcán nevado, cerca de Tokio, está abierto a los escaladores de julio a septiembre y atrae a cientos de miles de personas que suelen optar por hacer senderismo durante la noche para contemplar el amanecer en la cima.
Con el regreso de los turistas extranjeros tras el levantamiento de las restricciones por la COVID-19, se espera que este fin de semana (el feriado de Obon en Japón) se registre un aumento en el número de escaladores del Monte Fuji. Los billetes de autobús, tren y hotel se reservan con semanas de antelación.
El volcán activo de 3.776 metros de altura también puede atraer más multitudes de lo habitual, ya que este año se celebra el décimo aniversario del reconocimiento del Monte Fuji como patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
El monte Fuji se extiende entre las prefecturas de Yamanashi y Shizuoka en el centro de Japón y el punto de partida para los escaladores está a unas dos horas en tren desde el centro de Tokio.
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