En mi pueblo, antes, solo se cultivaba arroz en dos cosechas: la de verano-otoño y la de invierno-primavera. En aquella época, en la de invierno-primavera, se solían sembrar variedades de larga duración, por lo que se le llamaba arroz de temporada. El arroz de temporada maduraba alrededor del Tet (principios o mediados de diciembre).
Con motivo del Tet, los agricultores comenzaban a cosechar arroz. En aquella época, mi familia era muy pobre, así que por las tardes o los días que no íbamos a la escuela, mis hermanos y yo íbamos a espigar arroz para venderlo y conseguir dinero para comprar artículos para el Tet. Espigar arroz era muy sencillo: bastaba con llevar un cuchillo pequeño para cortar el arroz sobrante, una cesta pequeña y una bolsa para llevarlo a casa al terminar.
Al espigar arroz, el espigador debe caminar detrás de la cosechadora. El arroz de la temporada de cosecha es alto y, cuando se encuentra con fuertes vientos, suele quedar plano. Para cosecharlo, se usa una hoz (una antigua herramienta para cosechar arroz, común en el sur). La cosecha de arroz con hoz suele dejar restos. Los tallos restantes se quedan atrás, y cuando la cosechadora continúa avanzando para cosechar el arroz, simplemente caminamos detrás de ellos para espigarlo.
Recoger arroz en primavera tiene sus dificultades y sus alegrías. La dificultad reside en tener que estar de pie bajo el sol, caminar por los campos los días que vas a recoger y encontrarte con campos embarrados, y el cuerpo agotado por la noche. La alegría proviene de los frutos del trabajo honesto. O en los días que sigues a un grupo de personas que cosechan arroz (la mayoría del mismo pueblo), sienten lástima por ti y, a veces, te dejan intencionadamente algunas espigas de arroz para que las recojas. Hay días en que espigas todo el día y te sirven un almuerzo sencillo a la sombra: unas cuantas salsas de pescado crudo, pescado seco y unos trozos de col encurtida. El grupo come y charla animadamente, intercalando historias divertidas, para aliviar sus preocupaciones diarias.
Mi madre pisaba con los pies los sacos de arroz que mis hermanos y yo recogíamos en casa. Luego los secaba y los enrollaba al viento para quitarles los granos malos. Día tras día, cuando tenía suficiente, los vendía. Con el dinero que ganaba con la venta del arroz recolectado, nos compraba ropa nueva a mis hermanos y a mí para salir al Tet.
Otra primavera está a punto de llegar, el aroma primaveral ha llegado al campo. Los agricultores recogen la cosecha de arroz de primavera. Al ver los granos dorados brillar bajo el sol del mediodía y las sonrisas radiantes en sus rostros bronceados, sabemos que la cosecha de este año es abundante. Felicito en silencio a quienes trabajan arduamente, día y noche.
Hoy en día, casi nadie recoge arroz. La pobreza del pasado desapareció hace mucho. Pero cada vez que veo la cosecha de arroz cerca del Tet, me vienen a la mente recuerdos de cuando mi hermano menor y yo íbamos a recoger arroz en primavera...
TRAN THANH NGHIA
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