Hay mañanas tempranas en las que la ciudad todavía está dormida. Pero Bitexco fue el primero en brillar. En medio de los altos edificios y la multitud apresurada, había un poco de silencio, tan ligero como la luz del sol y tan tenue como la niebla. Saigón no necesita ser demasiado brillante... sólo un amanecer como este es suficiente para refrescar todo el día.
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