Sin embargo, en la vida moderna, donde la velocidad y las ganancias son prioritarias, muchos profesionales olvidan lo más importante: la ética y el verdadero valor de su trabajo. Recientemente, la opinión pública se ha visto conmocionada por prácticas comerciales fraudulentas, como la producción de productos falsificados, la publicidad engañosa y las estrategias para sustituir el concepto de "valor" por el de "marca".
Todo esto está distorsionando el entorno profesional y, lo que es más grave, erosionando la confianza de la comunidad en los profesionales honestos.
Hay muchas razones, en primer lugar la presión por sobrevivir en un entorno altamente competitivo. Muchas personas carecen de conciencia y coraje al enfrentarse a la disyuntiva entre el dinero y la moral. A veces están dispuestas a sacrificar valores morales a cambio de dinero, sin comprender que la esencia de ganar dinero es crear valor para que los usuarios estén dispuestos a pagar un precio alto. Ninguna actividad lucrativa es sostenible si no crea valor para quien la paga.
Además, el desorden del sistema de valores en la sociedad también contribuye a la situación, pues algunas personas deshonestas viven una vida próspera y son elogiadas, mientras que muchas personas honestas sufren. Además, existe una escasez de formación profesional, que se centra únicamente en enseñar a trabajar y presta poca atención a la ética profesional.
Y, por último, no podemos dejar de mencionar la laxitud en la aplicación de la ley. Cuando las infracciones no se gestionan con prontitud y rigor, los errores se repiten y se convierten en algo normal.
Fomentar el respeto por los valores profesionales es fundamental. En primer lugar, en la formación profesional, es necesario centrarse en dotar a los alumnos de ética profesional para que, al acceder a la profesión, en el subconsciente de cada persona, siempre exista la misión de crear valores para ayudar a los demás y a la sociedad. Además, la comunidad profesional actúa como un espejo que refleja el comportamiento correcto, una barrera ética que ayuda a prevenir conductas desviadas.
Cuando la comunidad profesional identifica la ética como un factor importante, se genera una presión positiva que obliga a cada individuo a reflexionar sobre sí mismo. Al mismo tiempo, cuando la comunidad reconoce y honra a quienes trabajan con integridad, la amabilidad ya no será una lucha solitaria.
Al mismo tiempo, el Estado juega un papel importante en la creación de un ambiente competitivo sano, fomentando el desarrollo de profesionales honestos mediante la construcción de un sistema legal transparente, protegiendo los derechos de los consumidores y asegurando la calidad de los productos, al mismo tiempo que previene el fraude y los bienes de mala calidad; construyendo políticas para apoyar la creatividad y la innovación, como incentivos fiscales, apoyo financiero para quienes crean valores sostenibles para ayudarlos a desarrollarse.
Para que el espíritu de respeto a los valores profesionales se difunda con fuerza, la sociedad necesita honrar a las personas adecuadas para los trabajos adecuados y dar respeto a aquellos que silenciosamente crean valores reales, como el mecánico de automóviles dedicado, el maestro en las tierras altas que enseña persistentemente, el médico que salva a la gente con devoción, el agricultor que cuida cada cosecha...
Cuando se mantiene la ética, cuando se priorizan los verdaderos valores, la profesión se convierte en un motivo de orgullo, no en una carga. Cuando cada profesional elige vivir una vida digna, la sociedad se vuelve más sana y sostenible.
Fuente: https://www.sggp.org.vn/thuong-ton-gia-tri-nghe-nghiep-post794977.html
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