Vietnam.vn - Nền tảng quảng bá Việt Nam

De la memoria: Dulces bodas del pasado

Hay recuerdos que perduran a través de los años y cada vez que los evoco, mi corazón se estremece. Entre ellos, las imágenes de bodas de antaño permanecen grabadas en mi mente como un dulce recuerdo. En aquel entonces, las bodas no eran solo un asunto privado de la pareja, sino también una fiesta para todo el vecindario, para todo el pueblo...

Báo Sơn LaBáo Sơn La02/11/2025

Al enterarse de que una familia del pueblo se casaba, el ambiente ya bullía desde hacía días. Los jóvenes se invitaban unos a otros a recorrer el pueblo pidiendo prestadas mesas y sillas. Algunos las llevaban al hombro, otros empujaban carros chirriantes, riendo y charlando mientras caminaban, animando la tranquila senda rural. Las mujeres iban de casa en casa pidiendo prestadas bandejas, cuencos, palillos y tazas. Las bandejas de aluminio habían perdido su color, los cuencos de porcelana eran de un tono marfil, aunque no uniforme, pero al colocarlos en la mesa, aún irradiaban la alegría compartida. Un hombre habilidoso se encargó de decorar el escenario, recortando con esmero los nombres de los novios y el carácter rojo brillante "hỷ", dibujando un par de palomas con una rama de flores y colgándolas con cuidado sobre un sencillo telón verde. Nosotros, los niños, también charlábamos y nos animábamos a cortar hojas de coco, sentados a su alrededor, tejiéndolas y formando una rústica puerta de bienvenida que atraía la atención de todos los transeúntes.

De la memoria: Dulces bodas del pasado
Una boda en Hanoi a principios del siglo XX / Ilustración / tuoitrethudo.vn.

El día de la boda, todo el vecindario se afanaba en los preparativos del banquete. El cerdo, criado durante meses, fue sacrificado la noche anterior y dividido en porciones para cada plato. Algunos cocinaban, otros recogían verduras, otros lavaban el arroz, otros fregaban los platos... El sonido de los cuchillos y las tablas de cortar, las llamadas entre los vecinos y las risas, mezcladas con el humo que se elevaba, creaban una atmósfera a la vez vibrante y cálida, impregnada del cariño del vecindario. El banquete de aquel día era sencillo, pero todos los invitados lo encontraron delicioso, porque tras cada plato sencillo se escondía la sinceridad y el esfuerzo de mucha gente.

Aquel día, la boda no se limitó a comer y beber. Por la noche, tras recoger la comida, todo el vecindario se reunió en el amplio patio. La banda tocó melodías conocidas del grupo Modern Talking, y fue entonces cuando los jóvenes bailaron y rieron con alegría. Los adultos, con tazas de té y cigarrillos encendidos, observaban con tranquilidad a los niños jugar. La música y las risas se mezclaban con la brisa nocturna del pueblo, creando un ambiente animado y acogedor.

En la mañana del día de la boda, el novio vestía pantalones negros, camisa blanca y una flor roja prendida en el pecho, con un semblante solemne y a la vez confundido. La novia, con un maquillaje sencillo, lucía tímida, con los ojos enrojecidos, y sollozaba al despedirse de sus padres y dirigirse a la casa de su esposo. La procesión que acompañaba a la novia se extendía a lo largo del camino del pueblo, sombreado por bambúes, y los saludos y felicitaciones resonaban por todo el campo. Al llegar a la casa del novio, se llevó a cabo la ceremonia de quemar incienso para los ancestros en la solemne presencia de familiares de ambas familias, acompañada de instrucciones sencillas pero sinceras.

Hoy en día, las bodas son muy diferentes a las de antaño. El banquete está repleto de comida deliciosa. Las mesas y sillas se alquilan uniformes, el restaurante está bellamente decorado. El arco floral está hecho de flores frescas, las luces son coloridas. Sin embargo, en medio de tanta opulencia, se pierde el espíritu de antaño, se pierden las animadas conversaciones entre el humo de la cocina. Los invitados ahora suelen simplemente disfrutar de la comida, intercambiar algunos buenos deseos y luego apresurarse a irse a casa...

Al recordar aquellas bodas, me invade una nostalgia inagotable. Aunque hoy en día tenemos más cosas materiales y una vida más cómoda, quizá aún necesitemos conservar algo del espíritu de antaño. Porque una boda no es solo un día feliz para la pareja, sino también una ocasión para que el amor humano, el amor al pueblo y el amor al prójimo se conecten y se fortalezcan. Echo mucho de menos la carpa de retazos, las mesas y sillas prestadas, el arco de hojas de coco que hicimos los niños y el sencillo pero entrañable banquete rústico. Cada vez que lo recuerdo, siento una inquietud en el corazón, como si acabara de perder una parte de un recuerdo puro e inocente, difícil de reemplazar...

Fuente: https://baosonla.vn/van-hoa-xa-hoi/tu-trong-ky-uc-than-thuong-dam-cuoi-ngay-xua-A8QJwZkvg.html


Kommentar (0)

No data
No data

Misma categoría

Esta mañana, la ciudad costera de Quy Nhon luce 'de ensueño' entre la niebla.
La cautivadora belleza de Sa Pa en temporada de caza de nubes
Cada río: un viaje
Ciudad Ho Chi Minh atrae inversiones de empresas con inversión extranjera directa en nuevas oportunidades

Mismo autor

Herencia

Cifra

Negocio

Meseta de piedra de Dong Van: un raro «museo geológico viviente» en el mundo

Actualidad

Sistema político

Local

Producto