El editor jefe, Mohammed Rasooldeen, posa para una foto con la embajadora vietnamita en Sri Lanka, Trinh Thi Tam. (Fuente: Colombo Times) |
En el momento en que bajé del avión, no solo sentí una atmósfera cálida y amigable, sino también como si hubiera regresado a un lugar que una vez fue familiar en mi mente.
Antes de mi partida, tuve la oportunidad de reunirme con la embajadora vietnamita en Sri Lanka, Trinh Thi Tam, en la embajada. Ella me presentó algunos de los lugares más destacados de Vietnam y organizó todo lo necesario para garantizar una estancia sin contratiempos en el país.
Vietnam me recibió no con palabras floridas, sino con las sonrisas genuinas de su gente común, con ojos brillantes de orgullo nacional y con cálidos apretones de manos que parecían decir: "Bienvenido a esta tierra resiliente".
También me impresionó profundamente cómo Vietnam conserva sus valores tradicionales en medio de la era moderna. Hanói, con sus tejados cubiertos de musgo ocultos por la niebla matutina, sus vendedores ambulantes y los sonidos sencillos de la vida cotidiana, me dio la sensación de estar dentro de un vívido documental.
Ciudad Ho Chi Minh , la ciudad que lleva el nombre del gran líder de nuestro país, con su ritmo de vida juvenil, vibrante y en constante evolución, me inspira la creencia en un futuro brillante que se abre ante esta amada nación.
Pero quizás lo que más me conmovió fue el pueblo vietnamita. Los conocí en las calles, en restaurantes, en reuniones; cada persona poseía un espíritu único, pero compartía una cualidad común: optimismo, resiliencia y amabilidad. Vi en ellos no solo vitalidad, sino una profunda historia, como si cada sonrisa de hoy fuera fruto de años de lucha inquebrantable contra la guerra, los desastres naturales y las dificultades.
Momentos cotidianos de la vida de Mohammed Rasooldeen en Vietnam. (Fuente: Colombo Times) |
Afortunadamente, mi viaje coincidió con el feriado del 30 de abril, un día que creo tiene un significado inmenso no sólo para el pueblo vietnamita sino que también deja una impresión duradera en la memoria colectiva de la humanidad con respecto a las aspiraciones de paz , independencia y autodeterminación de las naciones.
Al igual que tú, para mí, hijo de un lejano país del sur de Asia, el 30 de abril no es simplemente una festividad. Es también un recordatorio de la valentía, de quienes se entregaron a su patria por el futuro y, sobre todo, de la fe inquebrantable en el futuro.
En la historia moderna, pocas naciones han tenido que recorrer un camino tan largo para recuperar su libertad. Admiro profundamente la forma en que el pueblo vietnamita escribió ese capítulo de la historia, no solo con armas y balas, sino con fuerza de voluntad, patriotismo y un inquebrantable deseo de paz.
Como periodista, he leído muchos documentos y visto muchos documentales sobre la guerra de resistencia de Vietnam, con toda su brutalidad, sus pérdidas y las controversias que han perdurado durante generaciones.
Pero sólo cuando estuve allí, cuando vi con mis propios ojos a los veteranos paseando lentamente entre los jóvenes ansiosos por la calle brillantemente decorada, cuando oí canciones revolucionarias que resonaban no desde un escenario sino desde un "coro" de la milicia, sentí realmente el peso sagrado del Día de la Liberación.
Veo en los ojos del pueblo vietnamita, jóvenes y mayores, un profundo orgullo y gratitud por el pasado, pero siempre con la mirada puesta en el futuro. Es este espíritu indomable, la unidad y la perseverancia para superar la adversidad lo que ha ayudado a una nación sumida en una larga noche de esclavitud a triunfar en la guerra y avanzar con paso firme en tiempos de paz.
Sobre todo, creo que la celebración del 30 de abril no solo es un recuerdo glorioso para el pueblo vietnamita, sino también una de las pruebas más contundentes de su fuerza, de su capacidad para vencer al destino con sus propias manos y mentes. Es un día que el mundo entero debería recordar, como un poema épico sobre la aspiración a vivir, a vivir en libertad y paz.
Habiendo estado involucrado en el periodismo durante más de la mitad de mi vida, siempre he creído que el periodismo, en su esencia más profunda, no es sólo un medio para transmitir información, sino también un puente que conecta almas, historias y aspiraciones entre personas y entre naciones.
En una era donde las noticias nos llegan a cada segundo, en medio del enorme flujo de datos, a veces la verdad, la comprensión y la compasión quedan eclipsadas. Es entonces cuando el periodismo (si es honesto, humano y responsable) se convierte en una luz que guía, ayudando a las personas a comprenderse mejor, a empatizar más y a sentirse más cerca, sin importar la distancia geográfica ni las diferencias culturales.
Fuente: https://baoquocte.vn/viet-nam-chao-don-toi-bang-nhung-doi-mat-sang-lap-lanh-niem-tu-hao-dan-toc-312696.html






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