Según la Sra. Toan, desde que era niña, su madre la ha guiado meticulosamente en cada paso: desde arrancar los pelos finos con “mu chan”, un tipo especial de pinzas, hasta cepillar cera de abejas caliente con un peine hecho de pelo de puercoespín y atar su cabello en prolijos moños redondos.
"Una niña que no sabe pintarse el pelo ni usar turbante aún no es adulta", sonrió dulcemente y con los ojos llenos de nostalgia.



El proceso de pintar la cabeza requiere meticulosidad, paciencia y una profunda comprensión. El cabello se limpia alrededor de la frente con una estopa. Luego, se usa un peine humedecido en cera y se aplica uniformemente sobre cada mechón. El cabello debe secarse directamente sobre una llama para que la cera no se seque y se mantenga flexible al peinarlo. Cada mechón se retuerce firmemente, se enrolla desde la parte superior de la cabeza y se ata con cuidado en un moño. Finalmente, se cubre la parte superior con un pañuelo tradicional, completando así el peinado.

Hoy en día, la costumbre de teñirse el cabello ya no es tan popular como antes. Según la Sra. Toan, solo en ocasiones especiales como festivales y el Tet se practica esta costumbre. Pocas personas de la generación más joven saben peinarse con cera de abeja, en parte por falta de tiempo y en parte porque no hay nadie que les enseñe. "Hoy en día, si quieres peinarte, tienes que invitar a otros; es muy difícil hacerlo sola. Lo aprendí gracias a las enseñanzas de mi madre, luego lo hice yo misma y lo recordé", confesó.



El cabello pintado ya no es una medida de madurez como solía ser, pero a través de las manos diligentes de mujeres como la Sra. Toan, las antiguas tradiciones aún se aprecian y preservan, desde la pequeña cocina en medio del bosque Mau Son hasta los recuerdos de la aldea.
Fuente: https://nhandan.vn/anh-giu-nep-song-dao-qua-mai-toc-son-post884443.html
Kommentar (0)