La vida nunca ha sido fácil para los residentes de Nueva Pompeya, un barrio de bajos recursos en el sur de Buenos Aires, Argentina. Antes de la pandemia de COVID-19, Gimena Páez, de 43 años, residente del barrio, se ganaba la vida a duras penas como vendedora ambulante. Luego, se vio obligada a vender todo lo que tenía en casa cuando el gobierno argentino impuso estrictas medidas de distanciamiento social para prevenir y controlar la pandemia. Ahora, Páez dedica la mayor parte de su tiempo a buscar la manera de mantener a su hija de 11 años.
En medio de la inflación galopante, encontrar suficiente comida para ella y su hija se ha convertido en un reto diario para Páez. "A veces no como para guardarle comida a mi hija por la noche", declaró Páez a Associated Press. "Es doloroso no poder darles a mis hijos lo que necesitan".
Susana Martínez, de 47 años, comparte las mismas preocupaciones que la Sra. Páez y también intenta ahorrar lo máximo posible. A menudo se pregunta cuánto durará la situación actual. Recientemente, Martínez desarrolló el síndrome del túnel carpiano. El dolor la obligó a acudir al médico. "El médico me dio una receta y me dijo que la comprara. Le dije que no tenía suficiente dinero. Solo puedo usar el poco dinero para comprar leche para mi hija", dijo la Sra. Martínez.
La inflación es un problema que enfrentan muchos países. Sin embargo, en Argentina, es un problema particularmente grave que afecta la vida de los habitantes de este país latinoamericano. Argentina ocupó el segundo lugar en la clasificación del Banco Mundial de países con la mayor inflación alimentaria del mundo el año pasado, con una tasa de inflación del 107%.
Líbano es el país con la tasa de inflación más alta, del 352 %. Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística e Investigaciones de Argentina (INDEC) anunció que el índice de precios al consumidor (IPC) en este país aumentó un 8,4 % en abril con respecto al mes anterior y un 108,8 % con respecto al mismo período del año anterior, el nivel más alto en más de tres décadas. Según el INDEC, la inflación en Argentina continúa acelerándose con fuerza.
Ante la inflación descontrolada, el banco central argentino se vio obligado a elevar las tasas de interés al 97%. Las autoridades esperaban que esta subida fomentara la inversión en la moneda nacional. La alta inflación ha provocado la fuga de capitales hacia las inversiones en pesos, lo que ha provocado una pérdida del 23% de la moneda frente al dólar desde principios de año.
Los problemas económicos de Argentina se han visto agravados por el impacto de una grave sequía en la principal fuente de divisas del país: los sectores agrícola y ganadero. El gobierno del presidente Alberto Fernández lucha por contener la desbocada inflación, pero la mayoría de las medidas adoptadas han sido ineficaces.
Según un estudio del Instituto de Investigaciones Sociales, Económicas y Políticas Públicas de Argentina, los precios de los alimentos subieron un promedio de 10,5% mensual en los primeros cuatro meses del año en los pequeños comercios de las afueras de Buenos Aires, donde compran la mayor parte de los residentes más pobres.
La agencia de noticias AP afirmó que la tasa de inflación en Argentina será sin duda un tema importante en las elecciones presidenciales de octubre. Según CNN, después de que el entonces presidente Fernández anunciara que no pretendía reelegirse en abril pasado, el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, fue considerado como un posible candidato para el cargo.
De cara a las elecciones, la principal prioridad del Sr. Massa es frenar la depreciación del peso y controlar la inflación. El resultado de su campaña dependerá de la eficacia de sus medidas para controlar la inflación.
LAM ANH
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