La historia de la humanidad está repleta de relatos sobre reliquias que tuvieron que luchar contra el agua para sobrevivir. De estos desafíos, muchos países han logrado hazañas increíbles en el rescate de patrimonio sumergido, ofreciendo valiosas lecciones para la conservación.
Egipto
Uno de los ejemplos más destacados es Egipto, con la campaña para reubicar el complejo de templos de Abu Simbel en la década de 1960. Cuando estaba a punto de comenzar la construcción de la presa de Asuán, todo el valle del Nilo quedaría sumergido por las aguas del gigantesco lago Nasser. Dos enormes templos de piedra, esculpidos en los acantilados por el faraón Ramsés II, corrían el peligro de desaparecer para siempre. Para salvarlos, la UNESCO puso en marcha un proyecto internacional sin precedentes: cortar el templo entero en más de mil bloques de piedra de decenas de toneladas, numerarlos, trasladarlos 65 metros hacia arriba y luego reconstruirlos en su estado original. El proyecto duró cinco años, reunió a cientos de ingenieros y arqueólogos, y se convirtió en un símbolo del espíritu de cooperación global en la preservación del patrimonio humano.

Templo de Abu Simbel en Egipto. Foto: Britannica.
Suecia
En Europa, Suecia se considera un modelo de éxito en la conservación de objetos de madera expuestos al agua durante largos periodos. El buque de guerra Vasa, hundido en 1628 y reflotado en 1961, es un sitio del patrimonio nacional admirado en todo el mundo. En lugar de dejar que el barco se secara de forma natural —lo que habría provocado su agrietamiento en cuestión de días—, Suecia fue pionera en la tecnología de rociar una solución de polietilenglicol (PEG) durante más de 20 años, lo que permitió que las fibras de la madera conservaran su estructura. Hoy en día, el Vasa no solo es una maravilla de la ingeniería, sino también un testimonio de la visión a largo plazo, la inversión sostenida y la perfecta integración de la ciencia y la cultura en la conservación del patrimonio.

Buque sueco Vasa. Foto: Mares - Blog de buceo.
Japón
En Asia, Japón es pionero en la aplicación de alta tecnología para el monitoreo y rescate de reliquias sumergidas o colapsadas. Los antiguos templos de Nara y Kioto están equipados con sensores que monitorean la humedad, el movimiento del terreno y la presión del agua subterránea, lo que permite a los expertos detectar rápidamente deformaciones e intervenir. Japón también ha aplicado tecnología de escaneo láser 3D y modelos digitales para almacenar con precisión la estructura de las reliquias, en caso de desastres naturales o inundaciones que causen daños. Para ellos, la conservación no se trata solo de "mantener el objeto intacto", sino también de garantizar su recuperación futura a partir de datos digitales.
Porcelana
Otro ejemplo extremo proviene de China, con el traslado masivo de reliquias alrededor del lago de las Tres Gargantas. El proyecto de la presa de las Tres Gargantas ha puesto en riesgo de inundación a más de 1300 reliquias. China ha combinado el traslado físico, la construcción de diques y la reconstrucción digital para preservar los valores históricos. Si bien es una iniciativa controvertida, se trata de un esfuerzo a gran escala que demuestra la determinación de no permitir que el patrimonio se pierda en el proceso de desarrollo de infraestructura.
Todos los éxitos mencionados tienen algo en común: una inversión considerable en tecnología, una planificación a largo plazo y una estrecha coordinación entre el gobierno, la comunidad científica y la comunidad internacional. De ello, Vietnam puede extraer valiosas lecciones prácticas.
Vietnam
En primer lugar, Vietnam necesita considerar la aplicación de la ciencia y la tecnología como un pilar fundamental de la conservación, en lugar de depender únicamente de los métodos de restauración tradicionales. El escaneo 3D, la creación de copias digitales y el monitoreo con sensores ambientales pueden ayudar a identificar los riesgos de daños de forma temprana. En segundo lugar, es necesario capacitar a un equipo de expertos interdisciplinarios que combine arqueología, ciencia de los materiales e ingeniería ambiental, algo que los países desarrollados llevan haciendo desde hace tiempo. En tercer lugar, se debe promover con mayor ahínco la cooperación internacional, no solo para aprender tecnología, sino también para aprovechar la experiencia en gestión de capital y patrimonio de organizaciones como la UNESCO o la JICA.
Las torres Phu Dien Cham en Hue , sumergidas durante días en las históricas inundaciones de 2025, nos recuerdan la fragilidad de un patrimonio milenario. Con climas húmedos, densas redes fluviales y estratos geológicos en constante cambio, los sitios costeros y de tierras bajas corren el riesgo de sufrir inundaciones, derrumbes o erosión. Sin estrategias de conservación proactivas, muchos sitios patrimoniales podrían perderse antes de poder ser estudiados en su totalidad.
Fuente: https://khoahocdoisong.vn/bai-hoc-tu-cac-quoc-gia-thanh-cong-bao-ton-di-tich-ngap-nuoc-post2149067009.html






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