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El 27 de marzo es el último día de la tercera semana de huelga de los recolectores de basura en protesta contra la reforma de las pensiones del gobierno francés. En ese momento, la espléndida capital, París, está inundada con 10.000 toneladas de residuos domésticos.
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Las calles de París inundadas de basura |
Fuertes multas por tirar basura
Los manifestantes expresaron su indignación por la utilización por parte del gobierno del Artículo 49.3 de la Constitución para aprobar la reforma de las pensiones sin votación en el Parlamento . También expresaron su descontento con las declaraciones del presidente Emmanuel Macron de que no retiraría el proyecto de ley, que, según él, era necesario para asegurar la financiación del sistema de pensiones.
Desde que se anunció el Artículo 49.3 en el parlamento, la vida cotidiana de los parisinos se ha visto gravemente contaminada y no muestra signos de mejora. Los bares y restaurantes están casi vacíos, pues nadie quiere sentarse a tomar cerveza o café en aceras llenas de basura. Los parisinos están cada vez más descontentos con las protestas de los sindicatos de saneamiento ambiental, ya que la congestión de basura ha provocado la proliferación de ratas en las zonas públicas. Además, el clima más cálido y las lluvias esporádicas hacen que los residuos domésticos se pudran rápidamente y desprendan mal olor, lo que supone un gran riesgo de enfermedades.
Es lamentable que la ciudad esté actualmente inundada de basura. Numerosos incidentes de vandalismo en los últimos días han agravado aún más la ya insalvable situación de los residentes de los barrios céntricos. Los residentes están muy molestos porque la basura afecta su vida diaria, el medio ambiente y la salud pública. No se oponen a la huelga, pero, según ellos, hay muchas mejores soluciones. Una huelga que deja la ciudad inundada de basura es inaceptable, ya que perjudica el saneamiento ambiental y la salud pública, afectando los derechos e intereses básicos de la población. Además, la imagen de basura por todas las calles no es agradable para los turistas y deja una mala impresión de la espléndida ciudad de París.
Mientras tanto, la ciudad de Reading, en el sur de Inglaterra, en la confluencia de los ríos Támesis y Kennet, también sufre una cantidad descontrolada de residuos domésticos en algunas zonas de la ciudad. Según el Reading Chronicle, el 23 de marzo, el Ayuntamiento anunció la imposición de 395 multas por tirar basura en los últimos dos años, especialmente en 2021 y 2022. La mayoría de estas multas fueron 353, 28 y 14 a empresas que incumplieron con su obligación de recoger y gestionar los residuos comerciales. El número de multas se ha multiplicado por 59 en comparación con 2020 y 2021.
Italia también ha sido multada con 20 millones de euros por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE) por su ineficaz sistema de recogida y tratamiento de residuos en la región de Campania, al sur del país. Además, se le ha impuesto una multa adicional de 120.000 euros diarios al no haberse resuelto adecuadamente el problema del tratamiento de residuos, incumpliendo así las normas de la UE en materia de residuos.
Preocupación constante
Además de la crisis de residuos domésticos que se ha prolongado durante varias semanas, derivada de la crisis social, Francia se encuentra intrínsecamente por detrás de otros países europeos como Alemania, Noruega y Suiza, países que han alcanzado el objetivo de reutilizar más del 90 % de los productos plásticos gracias al reprocesamiento coordinado y la conversión en combustible. El ex primer ministro Édouard Philippe se fijó el objetivo de reprocesar todos los residuos plásticos en Francia para 2025. Sin embargo, este plan aún no ha avanzado y también ha afectado en cierta medida los esfuerzos conjuntos de Europa para abordar los residuos plásticos.
Además, Europa también enfrenta problemas con los residuos tecnológicos. El 22 de marzo, la Comisión Europea (CE) propuso nuevas regulaciones que exigen a los fabricantes de equipos tecnológicos aceptar reparaciones para los dispositivos dañados de los clientes para reducir el número de productos tecnológicos desechados. La UE estima que la cantidad de productos como lavavajillas, televisores o teléfonos móviles que se desechan, aunque todavía se puedan usar, en los países de este bloque ha generado hasta 35 millones de toneladas de residuos tecnológicos al año. El coste de comprar nuevos dispositivos de reemplazo asciende a 12 000 millones de euros al año.
Según las nuevas propuestas de la CE, los fabricantes estarán obligados a reparar los dispositivos que aún estén en garantía si el coste de la reparación es igual o inferior al de su sustitución. Los consumidores también tendrán derecho a solicitar a las empresas que reparen los productos en un plazo de 10 años a partir de la fecha de compra si aún son reparables, incluso si la garantía ha expirado. Las nuevas normas también buscan concienciar a los consumidores sobre la necesidad de reparar los productos que aún están en garantía en lugar de sustituirlos, exigiendo a los países de la UE que creen bases de datos en línea para ayudar a los consumidores a encontrar talleres de reparación adecuados. El objetivo de la propuesta es facilitar a los consumidores la reparación de sus electrodomésticos y reducir la necesidad de comprar nuevos, contribuyendo así a la protección del medio ambiente mediante la reducción de residuos, las emisiones de gases de efecto invernadero y un uso más eficiente de los recursos.
Los grupos de consumidores y ambientalistas llevan mucho tiempo presionando para que la UE endurezca las normas y garantice que las empresas ofrezcan opciones más sencillas para reparar sus productos. Monique Goyens, directora de la Organización Europea de Consumidores, afirmó que los productos más duraderos y fáciles de reparar ahorrarían dinero a los consumidores y protegerían los recursos del planeta.
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