
La investigación para descubrir y medir los temblores de la Tierra ha abarcado más de 2000 años, con muchos hitos importantes. - Foto: Gelogia
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el terremoto más antiguo registrado en la historia ocurrió en 1831 a. C., en la provincia de Shandong, China.
Sin embargo, en aquella época no se disponía de equipos para medir la magnitud o la intensidad de los temblores geológicos. En cambio, los antiguos eruditos debían basarse en la observación de los daños, los cambios en el terreno o las tradiciones orales para especular sobre la gravedad de los terremotos.
Antes de la llegada de las tecnologías de medición modernas, los investigadores debían evaluar la magnitud de los terremotos basándose en sus consecuencias, como daños estructurales, fallas en la corteza terrestre o la respuesta humana en la zona afectada. Esta evaluación era altamente subjetiva y no podía estandarizarse entre regiones ni periodos de tiempo.
Sismoscopio: el primer dispositivo de "registro en movimiento" de la historia
Uno de los primeros hitos en el camino hacia la medición de terremotos fue la aparición de un dispositivo llamado sismoscopio, inventado en China alrededor del año 132 d.C. por el erudito Zhang Heng.
El sismoscopio no registraba datos para su análisis como los dispositivos modernos, sino que solo tenía como objetivo detectar si se había producido un terremoto e indicar la dirección del temblor. Este dispositivo consistía en un gran recipiente circular de cobre, en cuyo interior había un péndulo sensible al movimiento. Cuando ocurría un terremoto, el péndulo oscilaba y dejaba caer una bola de metal en la boca de una especie de rana de cobre situada en el exterior, indicando así la dirección del temblor.
Aunque el dispositivo no indicaba una magnitud o hora específica, marcó el comienzo de la sismología, demostrando un pensamiento científico e innovación adelantados a su tiempo.
El nacimiento del sismógrafo y la escala sísmica
No fue hasta finales del siglo XIX que la sismología contó con una herramienta verdaderamente revolucionaria: el sismógrafo. Este dispositivo permitió registrar los movimientos del suelo causados por los terremotos en una gráfica lineal, lo que permitió a los científicos analizar con precisión el momento, la amplitud y las características de los terremotos.
En 1935, el sismólogo estadounidense Charles Richter desarrolló la escala de Richter, un sistema cuantitativo basado en la amplitud de las ondas sísmicas para determinar la magnitud de los terremotos. Esto supuso un importante avance, ya que, por primera vez, se disponía de una escala unificada y ampliamente aplicable para comparar terremotos.
Sin embargo, la escala de Richter presenta ciertas limitaciones, sobre todo para terremotos grandes y profundos. Por ello, actualmente los científicos utilizan la escala de magnitud de momento (Mw). Esta es una escala logarítmica basada en la energía real liberada en la Tierra.
La escala Mw no solo es más precisa para grandes terremotos, sino que también es más capaz de medir terremotos que ocurren en áreas remotas o en las profundidades del mar.
Del pasado al futuro
Desde los antiguos sismoscopios hasta los modernos sismómetros, desde la observación de las consecuencias hasta el análisis de las ondas sísmicas con ordenadores, la trayectoria de la medición de terremotos es un testimonio del progreso constante de la ciencia y la inteligencia humana.
Estas herramientas de medición no solo nos ayudan a comprender mejor el comportamiento de la Tierra, sino que también desempeñan un papel vital en la predicción, la alerta temprana y la minimización de los daños causados por desastres naturales.
Hoy, con el apoyo de sistemas globales de sensores sísmicos, satélites e inteligencia artificial, los seres humanos se acercan cada vez más al objetivo de comprender mejor los fenómenos naturales extremos, incluidos los terremotos, y de responder a ellos.
Fuente: https://tuoitre.vn/con-nguoi-theo-doi-dong-dat-trong-2-000-nam-qua-the-nao-20250731171654384.htm






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