En ese contexto, se necesita una estrategia de gestión adecuada para evitar que zonas ricas en identidad cultural se conviertan en "tierras bajas" culturales en el nuevo aparato administrativo.
En el proceso de reestructuración administrativa, las localidades de todo el país se han fusionado. El modelo de gobierno de dos niveles (provincia, comuna, distrito y municipio) contribuye a optimizar el aparato y a reducir el gasto presupuestario.
Sin embargo, la abolición del nivel de distrito significa que ya no existen departamentos especializados, incluido el Departamento de Cultura e Información a nivel de distrito, lo que genera una escasez de recursos humanos que supervisen directamente el patrimonio y la cultura de base.
En las zonas montañosas y en las zonas de minorías étnicas, donde se concentran muchos patrimonios culturales valiosos, tangibles e intangibles, está surgiendo gradualmente una “brecha” en la gestión.
En muchos lugares, los trabajadores culturales a nivel comunal ocupan muchos puestos y carecen de conocimientos profundos, mientras que a los departamentos provinciales les resulta difícil cubrir de manera integral áreas extensas y culturalmente diversas.
En realidad, la gestión del patrimonio no se limita a preservar artefactos o registrar festivales. Es una larga cadena que abarca desde la identificación de valores, la enseñanza y la promoción hasta la vinculación con los medios de vida, el turismo y la educación de las generaciones más jóvenes.
Cuando no hay un departamento competente que implemente directamente a nivel local, el riesgo de perder el patrimonio, especialmente el patrimonio intangible, como el idioma, el conocimiento popular, los rituales y la artesanía tradicional, es inevitable.
Para no olvidar las "tierras bajas" culturales, es necesario encontrar una solución sincronizada para rediseñar el aparato cultural tras la fusión. Una de las propuestas de numerosos expertos es establecer un Centro de Gestión del Patrimonio a nivel regional o intercomunal, con el apoyo profesional de la provincia, y que, al mismo tiempo, se coordine de forma flexible con artesanos y personas conocedoras de la cultura local.
Es necesario centrarse en la formación de cuadros culturales de base especializados en la conservación del patrimonio, especialmente en comunas montañosas y zonas de minorías étnicas. En lugar de que los cuadros culturales ocupen simultáneamente el cargo de recepcionista y administrativo, es necesario asignar claramente las tareas de preservación de la cultura indígena, trabajando con la comunidad para mantener las tradiciones en la vida cotidiana.
Además, es urgente rediseñar el sistema presupuestario cultural. La asignación de recursos debe centrarse en localidades con alta densidad patrimonial, pero con escasas condiciones de conservación.
Al mismo tiempo, es necesario ampliar el mecanismo de socialización y alentar a las organizaciones no gubernamentales y a las empresas a acompañar a la gente en los programas de “recuperación” del patrimonio.
Un imperativo estratégico hoy en día es integrar los elementos culturales en el sistema de gobierno de dos niveles. El patrimonio no debe verse como algo antiguo que debe preservarse, sino como un componente dinámico del desarrollo sostenible.
Por lo tanto, todos los planes de planificación, construcción de infraestructura o desarrollo turístico en las localidades después de la fusión deben contar con la voz de la comunidad cultural.
A largo plazo, la fusión y la reestructuración administrativa deberían ir acompañadas de una Estrategia Nacional de conservación del patrimonio tras la fusión, que tenga en cuenta los cambios en el aparato y las características locales.
En particular, el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo debe ser el punto focal, construir un marco legal claro y estandarizar los procesos de gestión del patrimonio en el contexto de ya no tener un nivel distrital.
El apoyo a la comunidad, especialmente a los artistas populares, a los ancianos y a los jóvenes amantes de la cultura indígena, también necesita institucionalizarse mediante políticas de apoyo, tratamiento y reconocimiento de sus roles.
La cultura tradicional no puede preservarse únicamente mediante certificados de patrimonio, sino que debe vivir en la comunidad, lo cual solo puede garantizarse con verdadero cuidado e inversión.
Desde la reestructuración del gobierno hasta la reestructuración de la gestión del patrimonio, se trata de un camino inseparable. No permitir que las zonas patrimoniales se conviertan en "tierras bajas" culturales tras la fusión es una responsabilidad común de toda la sociedad, a fin de preservar la identidad, la memoria y el alma de cada territorio en el flujo del desarrollo nacional.
Fuente: https://baovanhoa.vn/van-hoa/dung-de-van-hoa-hut-hoi-157903.html
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