La carrera por la Casa Blanca está más reñida que nunca, con solo dos meses para que Donald Trump y Kamala Harris reduzcan la diferencia. Se espera que los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses de este noviembre ayuden a definir la relación entre Estados Unidos y China en los próximos años.
| Se prevé que los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses de este noviembre contribuyan a definir las relaciones entre Estados Unidos y China en los próximos años. (Fuente: SCMP) |
La crucial relación bilateral entre las dos superpotencias mundiales se encuentra en un momento crítico. Tras décadas de cercanía e interdependencia, la relación ha experimentado recientemente un giro drástico hacia la competencia y una creciente tensión.
Tanto republicanos como demócratas temen que el ascenso de China sea una amenaza para los intereses vitales de Estados Unidos, mientras que Pekín ha argumentado durante mucho tiempo que Washington está tratando de sofocar su desarrollo y negarle el estatus de segunda economía más grande del mundo.
Así pues, las políticas y los enfoques de la próxima administración desempeñarán un papel clave para determinar si las dos economías más grandes del mundo pueden encontrar una manera de coexistir pacíficamente o si continuarán cayendo en conflictos.
Las visiones contrastantes de los dos principales candidatos —el expresidente estadounidense y candidato republicano Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, candidata demócrata— sugieren que el camino a seguir será algo diferente.
Cada camino no solo tiene profundas implicaciones para los intereses de ambos países, sino que también se espera que afecte a todo el orden mundial.
El señor Trump ha señalado que redoblará su postura respecto a China si regresa al poder, y entre las políticas propuestas se incluye la imposición de aranceles generales de hasta el 60% a las importaciones chinas, una medida que, según advierten los economistas, podría tener consecuencias nefastas tanto para los consumidores estadounidenses como para la economía mundial.
En cuanto a Taiwán, el expresidente estadounidense Donald Trump también expresó la opinión de que el territorio debería pagar a Washington por su defensa. Esta postura corre el riesgo de desestabilizar aún más la ya precaria relación y podría provocar una escalada del conflicto entre ambas partes.
Mientras tanto, se espera que la administración de la vicepresidenta Harris y el gobernador de Minnesota, Tim Walz, aporte un enfoque más matizado a la relación bilateral. Si bien es probable que la Sra. Harris continúe con muchos aspectos de las políticas de la administración Biden, su elección del Sr. Walz como compañero de fórmula generará un elemento interesante.
Tras haber impartido clases en China hace más de 30 años, y gracias a su experiencia e interés por el país del noreste asiático durante su etapa en el Congreso, se considera que el Sr. Tim Walz es capaz de apoyar un enfoque más realista y proactivo.
Esto no significa que las dos partes puedan volver al período de interacción anterior, sino más bien que debe reconocerse que el diálogo y la cooperación en áreas de interés mutuo son necesarios, incluso en el contexto de la competencia estratégica.
Las implicaciones de estos enfoques, en cierta medida distintos, son de gran alcance, ya que la relación entre Estados Unidos y China se ha convertido en el eje dominante de la política y la economía mundiales. Un mayor deterioro de la relación bilateral podría acelerar la desglobalización, fragmentar la economía mundial en bloques rivales e incrementar el riesgo de una confrontación militar.
Además, esta rivalidad podría complicar los esfuerzos globales para abordar desafíos transnacionales como el cambio climático, las pandemias y la proliferación nuclear, todos los cuales requieren cierto grado de cooperación entre las dos economías más grandes del mundo.
Por el contrario, un enfoque más equilibrado podría generar espacio para una cooperación selectiva. Esto, a su vez, podría conducir a un entorno internacional más estable, permitiendo avances en los desafíos comunes sin ignorar las diferencias fundamentales.
De cara al futuro, independientemente del resultado de las elecciones, es probable que ciertas tendencias en las relaciones entre Estados Unidos y China persistan. El cambio fundamental de la cooperación a la contención difícilmente se revertirá a corto plazo.
La tecnología seguirá siendo el principal campo de batalla, y el dominio en áreas como la inteligencia artificial (IA), la computación cuántica y los semiconductores avanzados se considera crucial para obtener una ventaja.
La intensidad y la naturaleza de esta relación bilateral, así como el potencial de cooperación en áreas de interés mutuo, estarán significativamente influenciadas por las decisiones políticas que tome la próxima administración de la Casa Blanca.
Fuente: https://baoquocte.vn/gio-g-sap-diem-my-trung-quoc-se-hoc-cach-chung-song-hoa-binh-hay-tai-dien-xung-dot-284484.html






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