La abuela le dijo a Hanh: «Si estás muy cansada, vete a casa, vuelve con la abuela, ella te recargará». Así que Hanh cogió su mochila y... fue a casa de la abuela. El vasto jardín campestre, con árboles frondosos y verdes, rodeaba la vieja casa de la abuela. Temprano en la noche, la abuela llamó a Hanh para que trajera una estera y la extendiera en medio del patio, para contemplar la luna nueva de principios de mes. Entre el follaje, se oía el canto de los pajaritos y la luz de la luna, juguetona y danzante. La magnolia del jardín había revelado sus primeros brotes, aún no completamente abiertos, pero aún desprendía un extraño sabor dulce. El limonero en un rincón del patio, en la noche oscura, aún mostraba sus brotes morados entrecerrados. El viento soplaba suavemente a través del muro bajo, trayendo el aroma limpio y fragante del limón joven. Abuela, ¿qué clase de flor en el jardín tiene un aroma tan dulce y cálido? «Llevo mucho tiempo pensándolo, pero aún no lo entiendo», exclamó Hanh. «Esas flores de areca, ambos árboles de areca estaban floreciendo al mismo tiempo. ¡Qué fragantes son las flores de areca, abuela! Pero me acabo de dar cuenta. Pero el árbol de areca de nuestra casa lleva siglos ahí», dijo la niña resentida. «Debe ser porque de pequeña no le presté atención. De mayor, fui a la escuela lejos, ¿dónde tuve tiempo de visitar a mi abuela? Hay cosas que nos rodean durante años, pero no siempre las descubrimos, hija mía...». Apretando el pecho, Hanh intentó inhalar esa fragancia dulce y delicada. A medida que avanzaba la noche, el aroma de la areca se hacía más intenso, envolviendo el jardín y la casa de su abuela. Hanh se sentía eufórica, sin querer escapar de esos maravillosos aromas. También fue el aroma que la atrajo de vuelta a su hermosa juventud, jugando y creciendo con amigos bajo ese árbol de areca. El primer regalo que hizo gritar de alegría a Hanh fue cuando su abuela usó hojas viejas de areca para tejer un par de pequeños y bonitos postes para que ella pudiera jugar a las casitas con sus amigas... Todos esos recuerdos y añoranzas se concentraron en un aroma familiar que Hanh... perdió con los años.
Cuanto más tarde, más fuerte se volvía el viento, más se mecían los árboles y las frutas del jardín, desprendiendo su fragancia. El viento, junto con el aroma de las flores, acariciaba, arrullaba y calmaba a Hanh. Hacía mucho tiempo que la niña no se sentía tan cómoda y relajada. Hacía mucho tiempo que todas las preocupaciones y ansiedades de Hanh no se habían "disuelto" repentinamente en el espacio junto con... un poco del dulce y acariciador aroma del verano. La vida es agotadora, pero después de todo, todavía hay maneras muy especiales de "sanar". Como hoy, el aroma del verano, en un instante, había llevado la tristeza de Hanh a un lugar lejano.
Flores de primavera
Fuente: https://baonamdinh.vn/van-hoa-nghe-thuat/202506/gui-chut-huong-he-d0920de/
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