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El cielo de mi ciudad natal

Việt NamViệt Nam22/06/2024

El cielo apacible en mi corazón evoca los días de mi infancia en mi pueblo natal. Hay arrozales llenos de flores bajo el atardecer, el sonido de las flautas de las cometas y los búfalos gordos descansando tranquilamente junto a los setos de bambú. Pasé mi infancia corriendo por el campo, persiguiendo saltamontes y langostas, sudando profusamente, pero sin olvidarme de aspirar el aroma del arroz nuevo.

Recuerdo los días en que lo seguía a pescar, cubierto de lodo, pero aún con la ilusión de ver su botín de guerra. Había peces y camarones, grandes y pequeños, saltando en la red. Así que, cada noche, al regresar, me invitaba a una comida suntuosa.

Ảnh minh họa: baolongan.vn

Foto de la ilustración: baolongan.vn

Mis recuerdos de infancia incluyen días tranquilos con mi abuela, con comidas sencillas que están tan grabadas en mi mente que incluso cuando crezca, todavía no puedo olvidar el delicioso y fresco sabor de esas comidas.

Mi abuela era muy lista; siempre se aseguraba de que tuviéramos una comida completa. Cuando me enviaron de vuelta al campo a vivir con mi abuela, nuestras comidas de infancia no incluían muchos platos como ahora, solo un tazón de sopa simple, unos camarones, un poco de pescado seco o unos trozos de tofu, pero gracias a mi abuela, ese sabor me acompañó hasta que me encanecí.

A menudo recuerdo cuando estaba con mi abuela. Durante las comidas con ella en la estera frente a la casa, siempre me daba lo que tenía, y mientras comía, siempre decía: "¡Come, hijo mío!". Sabía que tenía que estar lejos de casa, lejos de mis padres, así que quizá me mimaba más que a mis tíos y tías. Cuando había un boniato o una yuca enterrados en la tierra, siempre me daba la primera porción.

Después de irme a la universidad, mis hermanas y yo seguíamos volviendo a menudo en bicicleta a nuestro pueblo. A veces mi tía nos daba patatas, a veces mi tío pescado, unos kilos de arroz, y eso nos ayudó a superar muchas dificultades y privaciones, alimentando en mí un recuerdo imborrable de mi pueblo.

El dulce aroma del campo hace que la gente, cuanto más ocupada está, más anhela regresar. Hay un cielo apacible con verdes arrozales, y cuando florecen, todo el campo se tiñe de un amarillo dorado.

El olor a arroz en el humo de la tarde se convierte en el aroma del campo en mi mente. Tras muchos años lejos de casa, cada vez que veo los vastos campos, el aroma del campo regresa, perdurando en los rincones de mi memoria. De repente, me doy cuenta de que los años de la infancia son una parada pacífica en la mente de cada persona...

Según el periódico del Ejército Popular

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