A continuación se muestran pinturas de paisajes que se dice que son "surrealistas, tejiendo historias más allá del horizonte visible", según Click121, un sitio web especializado en pintura y fotografía.
"Café nocturno" de Vincent Willem Van Gogh (1888)
Titulada "Terraza de café por la noche", la pintura captura a la perfección el movimiento postimpresionista. Van Gogh pronto comenzó a incorporar su característico "efecto nocturno" en más obras. Iniciado en 1888, el "efecto nocturno" se ha convertido en una adición icónica a la obra de Van Gogh.
"Puente japonés y estanque de nenúfares" de Claude Monet (1899)
Hojas verdes de nenúfar se encuentran dispersas por el estanque y se pueden ver en la superficie del agua. Muchos nenúfares están en plena floración, asomando del agua. Aunque las flores son mayoritariamente blancas, Monet nos ofrece algunos destellos de otros colores, como azul, rosa, rojo y amarillo.
"Viajero entre montañas y ríos" de Pham Khoan (1000)
La gigantesca pintura paisajística "Viajero entre montañas y ríos" sentó un precedente que los artistas posteriores buscaron con frecuencia como inspiración. Pham Khoan utilizó líneas de contorno angulares para representar las montañas y laderas, y pinceladas similares a gotas de lluvia para pintarlas, enfatizando sus características majestuosas y atemporales.
"Lirios" de Vincent Willem Van Gogh (1889)
Esta es la primera pintura que Van Gogh pintó mientras estuvo en un manicomio. Hay muchos colores en esta pintura, y todos parecen fundirse. Mientras que los azules y los verdes dominan el paisaje, los toques de amarillo y blanco completan la obra maestra.
"El mar de hielo" de Caspar David Friedrich (1824)
Una de las obras más grandiosas de Friedrich, se considera confusa debido a su temática singular y su composición radical. Según Friedrich, el Ártico se asemeja a un mar de hielo, de ahí su nombre. Pequeños icebergs se apilan en primer plano, dándoles la apariencia de una escalera. Sin embargo, los icebergs se fusionan para formar una torre de hielo al fondo.
"Parque Wivenhoe" de John Constable (1816)
Nadie captura la belleza natural de Inglaterra como John Constable. Este entorno, casi fotográfico, irradia calma y armonía. La imaginativa síntesis del artista del lugar real se hace evidente en las vastas extensiones de brillante sol y fresca sombra, las amplias líneas de setos y el encantador equilibrio entre árboles, prados y río.
"Olivo con sol y cielo amarillo" de Vincent Willem Van Gogh (1889)
Van Gogh quería representar los olivos de una manera diferente. El legado de Van Gogh queda plasmado en esta pintura, una obra maestra innegable.
"El Hermitage de Pontoise" de Camille Pissarro (1867)
La pintura representa un sinuoso camino rural al pie de la Ermita, el pueblo de Pontoise, Francia, donde el artista Camille Pissarro vivió entre 1866 y 1882. Eligió el entorno rural de la capital provincial para varios paisajes a gran escala que se convirtieron en sus primeras obras maestras.
"La abadía en el bosque de robles" de Caspar David Friedrich (1810)
Friedrich representa una abadía histórica en el centro del cuadro. Al mostrar a personas llevando ataúdes hacia la abadía, Friedrich intenta evocar la sensación del paso del tiempo. La idea es que, hagamos lo que hagamos, la naturaleza siempre triunfará, se adueñará de los edificios y sobrevivirá a la humanidad.
"La novena ola" de Iván Aivazov (1850)
Muestra un mar tras una tormenta nocturna y a personas aferrándose a los restos de un naufragio para intentar salvarse de una muerte segura. Los restos tienen forma de cruz, aparentemente una alegoría cristiana de la liberación del pecado en la tierra. Los colores cálidos de la obra suavizan el tono ominoso del mar, aumentando la probabilidad de supervivencia de las personas. Esta pintura representa tanto la devastación como la belleza de la naturaleza.
"Espíritus bondadosos" de Asher B. Durand (1849)
Esencialmente una obra de arte nostálgica. Durand, amigo de Cole y Bryant, retrató a sus amigos en un entorno que ambos artistas mencionaron en sus obras. La pintura representa la idea de conectar con la naturaleza al combinar dos lugares: Kaaterskill y Clove Falls, de forma idealizada.
"Vista de Toledo" de El Greco (1600)
Una de las dos pinturas de paisajes que se conservan de El Greco, junto con "Vista y Frutos de Toledo", se titula "Vista de Toledo". El negro, el blanco y el azul intenso se encuentran entre los colores intensos de la pintura. Su tono es completamente terroso. El marcado contraste cromático entre el azul intenso del cielo y el verde brillante de las colinas es impactante. "Vista de Toledo" transmite al visitante la impresión de una ciudad sombría o lúgubre. En los alrededores de la ciudad, el observador puede ver cómo el cielo se nubla inusualmente.
"El meandro" de Thomas Cole (1836)
Al observar "El Cojinete", se puede apreciar que Cole ha dividido la composición en dos partes desiguales trazando una línea diagonal desde la esquina inferior derecha hasta la esquina superior izquierda. El lado izquierdo de la pintura es una escena sobrecogedora que inspira una sensación de peligro. Oscuras nubes de tormenta parecen llover a cántaros sobre la zona central cercana. Esta zona de la pintura representa un paisaje salvaje e intacto, lleno de naturaleza salvaje.
"Campo de trigo con cipreses" de Vincent Willem Van Gogh (1889)
Campos de trigo dorados, un imponente ciprés provenzal que se yergue como un obelisco verde a la derecha, olivos de un verde más pálido en la distancia media, colinas y montañas claramente visibles al fondo, y nubes blancas que se arremolinan en el cielo azul claro; todo está representado en la pintura. Van Gogh lo consideró uno de sus paisajes de verano más grandiosos…
Fuente: https://thanhnien.vn/nhung-buc-tranh-phong-canh-kinh-dien-cua-cac-hoa-si-bac-thay-the-gioi-18524013116072577.htm
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