Se dice que, debido a su extrema presión y su ambiente oscuro y frío, el buceo en aguas profundas es más difícil que los viajes espaciales.
El sumergible Titán en un reportaje de CBS del año pasado. Foto: CBS
Titán, el sumergible que transporta a cinco personas para visitar los restos del Titanic que perdieron contacto en el Océano Atlántico el 18 de junio, es parte de una nueva actividad que permite a los turistas pagar paraexplorar las profundidades del océano, una actividad que se ha desarrollado recientemente, informó CNN el 21 de junio.
Aunque los humanos han explorado la superficie del océano durante decenas de miles de años, solo alrededor del 20% del fondo marino ha sido cartografiado, según datos de 2022 de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA).
Los investigadores suelen afirmar que viajar al espacio es más fácil que bucear hasta el fondo del océano. Doce astronautas pasaron un total de 300 horas en la Luna, pero solo tres han estado en el abismo Challenger, el punto más profundo del lecho marino terrestre, y han dedicado unas tres horas a explorarlo, según el Instituto Oceanográfico Woods Hole. «De hecho, tenemos mejores mapas de la Luna y Marte que de nuestro propio planeta», afirmó el Dr. Gene Feldman, oceanógrafo de la NASA.
La exploración humana de las profundidades marinas es muy limitada porque bucear implica adentrarse en un lugar con una presión extremadamente alta y un alto riesgo. El entorno es oscuro, casi invisible, y la temperatura es extremadamente fría.
Historia de la exploración de las profundidades oceánicas
El primer submarino fue construido por el ingeniero holandés Cornelis Drebbel en 1620, pero solo llegó a aguas poco profundas. Casi 300 años después, la tecnología del sonar comenzó a proporcionar a los científicos una imagen más clara del fondo oceánico.
Un gran avance se produjo en 1960 con la histórica inmersión del Trieste en el abismo Challenger, a unos 11.900 metros de profundidad en el océano Pacífico. Desde entonces, solo unas pocas misiones han llegado a esa profundidad, y son extremadamente peligrosas, afirmó Feldman.
Según la NOAA, por cada 10 metros bajo la superficie del océano, la presión aumenta en 1 atmósfera. Una atmósfera es una unidad de presión equivalente a 14,7 libras (6,4 kg) por pulgada cuadrada (6,5 cm²). Esto significa que el Challenger puede soportar la presión equivalente a 50 enormes aviones Boeing 747.
A esta presión, incluso el más mínimo defecto estructural podía provocar un desastre. Durante una inmersión en el Trieste en 1960, los pasajeros Jacques Piccard y Don Walsh quedaron atónitos al ver criaturas vivas.
El explorador y físico Auguste Piccard lleva un chaleco salvavidas al emerger del Trieste tras una inmersión récord a 3150 metros de profundidad el 3 de octubre de 1953, frente a la costa oeste de Italia. Foto: Archivo Keystone/Hulton
La gran dificultad de cartografiar el fondo oceánico
Los humanos solo han visto una pequeña fracción del fondo oceánico, o incluso su parte central. Y solo una pequeña fracción del fondo oceánico ha sido cartografiada, afirma Feldman. Una razón importante es el costo. Los barcos equipados con sonar pueden ser caros. Solo el combustible puede costar hasta $40,000 al día, afirma Feldman.
Aún existen grandes lagunas en nuestro conocimiento de las profundidades marinas. De los 2,2 millones de especies que se cree que existen en los océanos de la Tierra, solo 240.000 han sido descritas científicamente, según el proyecto Ocean Census. Sin embargo, es imposible saber con certeza cuántas criaturas marinas existen, afirmó Feldman.
Los avances tecnológicos implican que los humanos ya no necesitan adentrarse directamente en las profundidades marinas para explorar. Los robots de aguas profundas, la fotografía submarina de alta resolución, el aprendizaje automático y la secuenciación del ADN marino ayudarán a acelerar el ritmo y la escala del descubrimiento de nuevas formas de vida.
"Tenemos mejores mapas de la superficie de la Luna que del fondo marino porque el agua interfiere con el radar y otros métodos utilizados para cartografiar la superficie terrestre. Sin embargo, 150 años de oceanografía moderna nos han ayudado a comprender muchos aspectos del océano, como la vida que allí habita, su composición química y su papel en el sistema terrestre", afirmó el ecólogo marino Alex Rogers, profesor de la Universidad de Oxford en el Reino Unido.
El fondo marino está cubierto de nódulos de manganeso durante una expedición organizada por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y sus socios en 2019. Foto: NOAA
¿Qué aporta la exploración de las profundidades oceánicas?
"Cartografiar el océano nos ayuda a comprender cómo la forma del fondo marino afecta las corrientes oceánicas y dónde se encuentra la vida marina. También nos ayuda a comprender los riesgos sísmicos. Es una ciencia fundamental y de gran importancia para la humanidad", añadió Rogers.
El océano es rico en compuestos, y la exploración de la zona ha dado lugar a numerosos avances biomédicos. El primer fármaco de origen marino, la citarabina, se aprobó en 1969 para el tratamiento de la leucemia. Los expertos la extrajeron de esponjas marinas. La investigación sobre los compuestos bioactivos del veneno del caracol cono condujo al desarrollo del potente analgésico ziconotida.
Los océanos y las criaturas que viven allí podrían proporcionar respuestas a importantes desafíos médicos, como la resistencia a los antibióticos, y la investigación marina también podría revelar cómo evolucionó la vida, dicen los investigadores.
Thu Thao (según CNN )
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