En la era de la IA, la educación en inteligencia emocional ayuda a las personas a evitar convertirse en copias de la IA - Ilustración: IA
La era de la IA (inteligencia artificial) está estrechamente ligada a muchas actividades humanas. Sin embargo, muchos se preguntan: ¿Está el abuso de la IA arrebatándole gradualmente la infancia a cada persona, no solo a los niños, sino también a los adultos?
El profesor Hoang Kiem, un experto en inteligencia artificial, escribió un artículo en Tuoi Tre Online para compartir este tema.
¿La futura generación es mejor pero no sabe pedir perdón o agradecer sinceramente?
Los humanos recibimos la razón para comprender el mundo y las emociones para conectarnos. Pero en un mundo cada vez más inteligente, parece que comprendemos más y sentimos menos.
La razón nos lleva lejos, pero las emociones nos devuelven a nuestro lugar. En la era de la IA y la informática, las emociones, la parte más preciada de la humanidad, están siendo olvidadas.
Hay cosas que no se pueden medir con la lógica ni explicar con datos. Esa es la emoción que nos hace humanos. Pero esa emoción se desvanece gradualmente en un mundo dominado por la razón y la tecnología.
De ser el núcleo de la educación, las emociones están siendo gradualmente desplazadas del currículo. La inteligencia artificial supera a las emociones humanas: la IA ahora es eficaz analizando datos, tomando decisiones rápidas, prediciendo con precisión y optimizando las emociones para atraer o vender.
Pero la IA no tiene empatía real, sólo simula emociones, amor incondicional, ni perdón, ni tolerancia, ni vibraciones artísticas…
Mientras tanto, la sociedad se está volviendo demasiado dependiente de sistemas inteligentes pero sin emociones, lo que hace que las personas sean gradualmente más frías, más prejuiciosas e impacientes con las emociones de los demás, especialmente los niños, los ancianos y los vulnerables.
El resultado es un mundo inteligente pero infeliz. Los niños son buenos con la informática, las matemáticas y la programación, pero no saben pedir disculpas ni agradecer sinceramente.
Los adultos se estresan porque buscan productividad, KPI y eficiencia, pero se olvidan de abrazarse, llorar juntos o simplemente escuchar en silencio.
O en otras palabras, la sociedad carece de personas con “inteligencia del corazón”, lo que conduce a relaciones rotas, falta de empatía, crisis mentales y soledad masiva.
"¿Qué más podemos hacer que la IA?"
En una era donde la IA puede escribir poemas, pintar cuadros, componer música, curar enfermedades, etc., muchos se han preguntado: "¿Qué tenemos nosotros que la IA no pueda?". Pero la pregunta más acertada es: ¿Qué tenemos los humanos que la IA no pueda?
La respuesta está en lo más simple pero a la vez más mágico: la intuición y la emoción.
Antiguamente, Arquímedes no necesitaba miles de líneas de datos paradescubrir el principio de flotabilidad. En un instante en la bañera, la sensación de "¡Eureka!" estalló como un rayo interior.
Einstein no tenía una supercomputadora para simular el universo. Simplemente se sentó a imaginarse a sí mismo sobre un rayo de luz, y de ahí surgió una teoría que cambiaría a la humanidad.
Mamá no necesitaba cámaras de seguridad para saber que algo andaba mal con su hijo: una corazonada en su corazón se lo decía.
La IA, en cambio, no tiene esos momentos. Necesita datos, probabilidades, modelos y entrenamiento. Pero no "siente" nada. Simplemente cuenta.
La IA puede analizar rostros, voces y expresiones, pero no puede ver a través del silencio.
Carece de intuición social y no puede interpretar a los demás con el corazón. Las decisiones más importantes a menudo no surgen de la razón.
La IA elegirá la opción más eficiente. Pero a veces la gente elige lo irracional, solo por amor.
Los niños nacen con dos maravillosos regalos de la naturaleza: el amor y la sorpresa. Los ojos del bebé brillan al ver volar una mariposa, su sonrisa es radiante al abrazar a su madre. Esas son las emociones más primitivas, puras y sinceras del ser humano.
Si nosotros, aunque crezcamos en medio del bullicio de la vida, conservamos aún un corazón que sabe amar como un niño y una mirada que siempre se maravilla ante la belleza del mundo, entonces esta vida será siempre fresca, digna de ser vivida y llena de milagros.
En la era de la tecnología y la inteligencia artificial (IA), son estas emociones inocentes las que nos mantendrán humanos, capaces de conmovernos, capaces de compartir y capaces de encender la esperanza en cada momento de la vida.
No se limite a enseñar a los niños a ser inteligentes.
En la era de la IA, la educación en inteligencia emocional ayuda a los humanos a evitar convertirse en copias de la IA.
Si hay una filosofía educativa para la era de la IA, probablemente debería empezar con esto: no sólo enseñar a los niños a ser inteligentes, enséñeles a ser emocionales, que también es la "tecnología" exclusiva de los humanos.
¿Por qué flotan las nubes? ¿Por qué está triste mamá?
La educación actual no puede limitarse a enseñar conocimientos, sino que debe reavivar la pasión en cada niño. Aprenda a sentir alegría y tristeza, no solo a analizar las razones.
Aprende a escuchar a los demás con el corazón, no solo con la mente. Aprende a decir "Te amo", a abrazarte cuando lloras, a sonreír cuando florece una flor.
Saber preguntarse no solo por la lección, sino por inocente curiosidad: "¿Por qué se mueven las nubes? ¿Por qué está triste mamá?".
El núcleo de la educación en la era de la IA no es crear "personas mejores que la IA", sino formar personas con habilidades que la IA nunca podrá tener.
En un mundo cada vez más programado, los niños están expuestos a teléfonos inteligentes, tutores robóticos y lecciones de inteligencia artificial.
Pero eso conlleva un riesgo: los niños pueden volverse más inteligentes pero más fríos.
Cuando las emociones son reemplazadas por respuestas mecánicas, cuando los ojos de los niños siguen la pantalla más que los ojos de sus seres queridos, la infancia pierde gradualmente las cosas que la hacen humana.
Necesitamos un programa de educación emocional que se integre con la tecnología, donde la inteligencia emocional (IE) se enseñe como una materia vital. Donde los niños aprendan a empatizar, conectar, perdonar, ser agradecidos y amar el mundo como lo harían en su infancia.
Éstas son capacidades que ninguna IA puede reemplazar.
El mundo seguirá cambiando. La IA será cada vez más poderosa. Pero si aún conservamos la infancia en nuestros corazones, si los niños aún saben llorar, reír, amar... entonces la humanidad aún tiene futuro.
Fuente: https://tuoitre.vn/thoi-dai-ai-chung-ta-stress-do-mai-chay-theo-kpi-nhung-quen-om-nhau-hay-lang-nghe-nhau-20250605171613695.htm
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