Mi padre fue profesor de 1977 a 1982 en una escuela primaria y secundaria en la provincia de Phu Yen (anteriormente). Pero, por razones objetivas, tuvo que regresar a Nha Trang. Se despidió de sus compañeros y queridos alumnos de las clases combinadas con gran cariño. Aunque el tiempo que pasó en el aula no fue largo, estuvo lleno de recuerdos de los que se sentía muy orgulloso cada vez que los contaba.
En 2010, mientras me preparaba para el examen de admisión a la universidad, soñaba con ser reportera y solicité el ingreso al periodismo. Sin embargo, debido a la situación económica de mi familia, tuve que cambiar de decisión en el último momento. A eso se sumó el consejo de mi padre: «Deberías estudiar aquí. Estudiar no es muy caro, y además es seguir la carrera de mi padre cuando era joven...».
Fueron las palabras de mi padre las que me motivaron aún más a estudiar Pedagogía Literaria, algo que al principio no me entusiasmaba mucho. Gracias a mi incansable esfuerzo, fui el alumno destacado de la 36.ª promoción de la Escuela Pedagógica de Nha Trang. Y me convertí oficialmente en profesor a los 21 años.
Llevo 12 años enseñando y he experimentado todas las emociones de la profesión. Hay alegrías y tristezas, a veces incluso quiero rendirme y dejar el trabajo por la presión. Pero mi padre me aconsejó que perseverara hasta el final, por los estudiantes, por quienes me necesitan.
Quizás mi padre vio su propia imagen en el pasado, por lo que no quería que siguiera sus pasos. Lo comprendí y me armé de valor para seguir con la profesión…
Recuerdo el Día del Maestro Vietnamita, el 20 de noviembre. Cuando mis antiguos alumnos vinieron a visitarme, mi padre también salía a charlar y a hacer preguntas, como un abuelo que instruye a sus nietos. Luego, con gran habilidad, cedía el espacio privado para que profesores y alumnos charlaran y recordaran viejos tiempos.
O un día se me pinchó la moto y tuve que pedirle a mi papá que me llevara a la escuela a dar clases. Crucé la puerta y entré al aula, pero al mirar atrás, seguía viendo a mi papá allí de pie. Miraba fijamente las aulas, escuchando el sonido de las clases y a los estudiantes hablando... Mirar fijamente a los ojos de mi papá era un cielo de recuerdos y la sensación de revivir mi trabajo.
A veces escucho sin querer la canción "El Sueño de una Madre". Hay una parte que dice: "...Entonces yo también tengo mi propio sueño. Y me esfuerzo por seguirlo. Hijo mío, por favor, sueña por mí...". De repente, mis lágrimas caen inconscientemente, porque me veo reflejada en la letra.
¡Papá! Continuaré mi carrera docente con toda mi pasión y mi hermosa juventud. ¡Por mis queridos alumnos y por ti también! Quiero continuar la profesión tradicional de mi familia y continuar tu sueño inconcluso.
Duc Bao
Fuente: https://baodongnai.com.vn/dong-nai-cuoi-tuan/202507/uoc-mo-cua-ba-02c3257/
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