Desde la luz de la Declaración de Independencia hasta el viaje de construcción de una cultura nacional, humana y moderna a lo largo de los últimos 80 años, Vietnam ha seguido escribiendo esa historia de otoño con su propio poder cultural blando, el poder que crea la identidad, el temple y el futuro de una nación.
Cambiar radicalmente la forma en que vemos a las personas
Si la historia vietnamita ha recordado alguna vez los otoños sagrados del cielo y la tierra, el otoño de 1945 fue el otoño del corazón humano. No solo fue el otoño del deseo de independencia, reafirmado por la acción, sino también el otoño que dio inicio a un gran despertar: el despertar de la cultura nacional, el despertar de la dignidad humana, el despertar de la misión de crear un futuro autónomo, tanto material como espiritualmente. La Revolución de Agosto triunfó no solo porque el pueblo vietnamita se alzó para tomar el poder, sino también porque, por primera vez, recuperó el control de su propio destino cultural.
La Revolución de Agosto fue una revolución que transformó radicalmente la percepción de las personas: ya no como súbditos ni como objetos de dominio, sino como creadores de historia, cultura y desarrollo. Una nación esclavizada durante miles de años demostró que no solo tenía derecho a vivir, sino también a aprender, a saber, a expresar su voz y su alma a través de la cultura.
Por eso, cuando nació la República Democrática de Vietnam, una de las primeras acciones que dirigió el presidente Ho Chi Minh no fue movilizar al ejército ni establecer leyes, sino erradicar el analfabetismo, abrir las clases de educación pública, popularizar la lengua nacional, es decir, abrir la inteligencia, cultivar el respeto propio y sembrar las semillas de la luz cultural.
En la Declaración de Independencia , no solo afirmó el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, que no es simplemente un derecho político , sino también la primera declaración cultural del pueblo vietnamita moderno. Porque no hay verdadera felicidad si la gente sigue viviendo en la oscuridad de la ignorancia, la pobreza, la esclavitud y se le niega la dignidad cultural. Y a partir de ahí, la cultura se convierte en una fuente indispensable en el camino hacia el dominio del país; no en un adorno, sino en el alma de una revolución integral.
El presidente Ho Chi Minh comprendió profundamente que, para construir un país independiente, debemos empezar por construir una cultura independiente, democrática, progresista y humana. En la primera Conferencia Cultural Nacional (1946), escribió: «La cultura debe iluminar el camino de la nación».
Ese dicho no es solo una indicación del tiempo, sino también una visión coherente, que sitúa a la cultura en su lugar, como fundamento espiritual de la sociedad y como motor de la revolución. Y desde ahí, vemos con claridad: la Revolución de Agosto no solo rompió las prisiones políticas, sino también las cadenas invisibles de los viejos prejuicios culturales, abriendo un nuevo espacio donde todas las personas tienen derecho a participar en la creación, el disfrute y la preservación de los valores espirituales nacionales.
Una cultura democrática comienza con cosas sencillas: los agricultores aprenden a comunicarse por señas, los trabajadores pueden ver películas, los soldados pueden escuchar poemas de resistencia, los niños de las montañas aprenden a leer y escribir en aulas de bambú. Todo esto crea un flujo cultural revolucionario, donde la cultura no se encuentra en los libros, sino que vive entre la gente, para la gente y creada por la gente.
El otoño de 1945 fue el otoño de la independencia, pero también el otoño de una nueva forma de pensar sobre las personas y sobre el papel de la cultura en el desarrollo nacional. A partir de ese momento, la cultura dejó de ser la sombra del poder para convertirse en la luz del corazón humano, el medio para liberar a las personas física y mentalmente. Ese fue el punto de partida de la era cultural moderna de Vietnam, una era que aún vivimos y sobre la que seguimos escribiendo, con las aspiraciones actuales.
Formar y desarrollar una cultura para el pueblo
Desde el otoño de 1945, ha comenzado una nueva era no solo para el sistema político, sino también para la cultura vietnamita moderna, donde el pueblo ya no es objeto de propaganda, sino sujeto de la creación cultural. Durante los últimos ochenta años, la cultura vietnamita ha cambiado constantemente, pero a lo largo de ella se ha mantenido un eje de valores inalterado: para el pueblo, por el pueblo y al servicio de la felicidad del pueblo.
Incluso en medio de las dos guerras de resistencia, la cultura no se mantuvo al margen, sino que estuvo presente como un frente especial, el frente del alma. Las canciones en la carretera de Truong Son, las obras de teatro en la espesura del bosque, los poemas del periódico mural de los soldados, las canciones populares adaptadas que resonaban por los altavoces, crearon un flujo ininterrumpido, manteniendo el espíritu nacional en los años más difíciles. Sin "el sonido del canto ahogando el estruendo de las bombas", sin la llama de la fe en la poesía, sin el sonido de los tambores nacionales en las noches de disciplina... la victoria habría sido sin duda mucho más difícil.
En aquella época, la cultura no era un lujo de la ciudad, sino el equipaje de la guerra de resistencia. El artista no se sentaba en el podio de la fama, sino que se convertía en compañero, camarada, soldado, luchando junto al pueblo en el frente sin armas de fuego. Los poemas de To Huu, las pinturas de Le Lam, la música de Van Cao y Pham Tuyen... no solo marcaron la época, sino que también inspiraron a la gente a vivir, luchar y sacrificarse por nobles ideales. Se puede decir que nunca antes la cultura vietnamita había estado tan imbuida del espíritu del pueblo como en aquellos años.
Al iniciarse el período de paz y construcción, especialmente tras la Renovación de 1986, la cultura vietnamita inició una nueva etapa: el desarrollo integral del pueblo vietnamita. El pensamiento cultural se expandió no solo a la ética, la academia y las artes, sino también a un sistema de valores vitales, la base del desarrollo sostenible. Las principales Resoluciones del Partido, desde la V Conferencia Central del octavo periodo de 1998 hasta la Resolución 33 de 2014, definieron claramente: la cultura no es solo el objetivo, sino también el motor del proceso de renovación.
Movimientos como "Todos unidos para construir una vida cultural", "Buena gente, buenas obras" y "Estudiar y seguir la ideología, la moral y el estilo de Ho Chi Minh" han creado una cultura extendida, desde el campo y la ciudad hasta la frontera y las islas. Allí, la cultura ya no es una declaración, sino una forma de vida, una relación entre las personas, entre las personas y la comunidad, entre las personas y la naturaleza, entre los antepasados y la patria. Desde los festivales aldeanos hasta los festivales nacionales, desde las canciones folclóricas hasta los festivales internacionales de arte, desde las clases particulares hasta las universidades globales, la cultura vietnamita está afirmando gradualmente su carácter e identidad en la era de la integración.
Los logros de los últimos 80 años son una clara evidencia de una era cultural para el pueblo: desde la campaña por la educación universal hasta el sistema educativo universal y una extensa red universitaria. Desde escenarios móviles hasta grandes teatros, festivales internacionales, cines digitales y plataformas de distribución de películas en línea. Desde museos tradicionales hasta centros de patrimonio digital, aplicaciones de tecnología de realidad virtual y mapas culturales digitales. Desde melodías y canciones folclóricas hasta álbumes de música vietnamita que conquistan las listas de éxitos asiáticas. Desde artesanos de pueblos antiguos hasta startups culturales creativas de la generación Z vietnamita en una plataforma global...
Hoy en día, la cultura ya no es algo "bonito", sino un requisito indispensable para el desarrollo de una sociedad sostenible, humana y feliz. Más que nunca, el auge de la industria cultural, de la creatividad digital y de las redes sociales está situando la cultura en el centro de todas las decisiones de desarrollo. La cultura ya no se queda atrás pasivamente, sino que se está configurando como un recurso intangible, un motor de las marcas nacionales, la base del coraje político y la estabilidad social.
Y esa realidad comenzó con cada pequeña historia de la gente, cada simple acción cultural, cada decisión impregnada del espíritu del pueblo. La cultura vietnamita, ochenta años después de aquel otoño, ha estado en constante evolución, pero nunca se ha desviado de los valores fundamentales que dejó la Revolución de Agosto: la independencia, la libertad y la felicidad de todos los ciudadanos de este hermoso país.
Fuente: https://baovanhoa.vn/van-hoa/van-hoa-vi-doc-lap-tu-do-va-hanh-phuc-165942.html
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