Crecí en los años en que el país se renovaba, con internet a tope, pero mi infancia seguía impregnada de tradición. Cada Festival del Medio Otoño, recuerdo los faroles de celofán, la luz sencilla pero brillante que iluminaba parte de mi infancia.
En aquellos tiempos, los niños desconocían las linternas electrónicas ni las luces LED de colores. La alegría consistía simplemente en sostener una linterna de estrella, una linterna de pez o una linterna de barco de celofán transparente con una pequeña vela dentro. La llama parpadeante brillaba a través del fino celofán, creando una luz cálida, suficiente para disipar la oscuridad del camino del pueblo.
Un rincón de la cafetería decorado con faroles de Medio Otoño, evocando recuerdos de la infancia y la belleza tradicional en medio de calles modernas. |
Para hacer un farol, el artesano debe doblar meticulosamente cada tira de bambú, atar cada alambre, pegar láminas de celofán rojo, verde y amarillo, y luego añadir un borde plateado brillante. Todo el proceso, aunque sencillo, requiere ingenio y dedicación, para que cada farol sea a la vez un juguete, un recuerdo y el alma del Festival del Medio Otoño vietnamita.
En el campo, el Festival del Medio Otoño es un auténtico festival. Por la tarde, el sonido de los tambores de los leones es vibrante; los niños muestran con entusiasmo sus faroles nuevos y los llevan por el pueblo. Los faroles de celofán se encienden al unísono, iluminando el camino rural como la Vía Láctea. Mientras caminábamos, cantábamos "Cargando Faroles de Agosto", y las voces de los niños se mezclaban con las risas nítidas, resonando por toda la zona. Al borde del camino, abuelos y padres observaban con los ojos llenos de calidez.
Pasó el tiempo y aparecieron las cómodas linternas electrónicas, pero el recuerdo de las linternas de celofán aún perdura, evocando una infancia sencilla pero sagrada. Hoy, en medio del bullicio de las ciudades, los puestos de linternas de celofán siguen encendidos, atrayendo tanto a adultos como a niños. Para los jóvenes, no es solo un juguete, sino también una forma de encontrar la tradición en la vida moderna.
Ahora, cada vez que veo un farolillo estrellado en medio de la calle, siento un palpitar en mi corazón, recordando la luz parpadeante de mi infancia y sonriendo al aceptar los cambios. Quizás sea la fusión del pasado y el presente lo que crea la belleza única del Festival del Medio Otoño, moderno pero con ecos tradicionales. Y en mi memoria, la luz de la pequeña vela en el farolillo de celofán siempre será la luz de la luna de mi infancia, suave, pura, inagotable.
Artículo y fotos: THANH HA
Fuente: https://www.qdnd.vn/van-hoa/doi-song/anh-trang-tuoi-tho-trong-chiec-long-den-giay-bong-kinh-849134
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